La campaña electoral de Pablo Casado: un frenético viaje por todos los rincones de España
Cada día de campaña de Pablo Casado, este debería pensar si hoy es domingo esto debe ser Burgos, Palencia, Avila y Valladolid. Miles de kilómetros recorridos de ciudad en ciudad y entre medias pueblos donde conducir un tractor, visitar una granja de gallinas ponedoras, o una granja de cría de corderos, la granja de su primo en Palencia. Casado ha tenido una familia en la campaña, un familiar en prácticamente todo los rincones de España. Abuela, con raíces en Oviedo, abuelo con raíces en Santander, primos en Valladolid, en Canarias en media España. Esa España que se ha recorrido de arriba a abajo y de abaja a arriba y que al final le quebraba la voz en su mitin de cierre.
Y en muchos lugares paseos; rápidos, porque había que ir a otro sitio, donde dar un mitin, tener una reunión o simplemente estrecharla mano de un paisano, en esa combinación de España urbana y España rural. Sin tiempo casi para cambiar de ropa aunque todos aquellos que le siguen han tenido la prenda fetiche, el chaleco con el lema de Casado presidente.
Y a su lado en muchos lugares de España su familia, su mujer acompañándole en gran parte de sus mitines y sus hijos cerca de él en los días festivos, como en Almansa donde se quedaron durmiendo en la furgoneta o sentados en una terraza a escaso metros donde su padre pronunciaba unas palabras al lado de la estatua de Suárez, sin que les provocará ninguna sorpresa...
Una familia del candidato y una familia en el autobús, la de la caravana de periodistas que nos hemos movido en avión tren o bus, siguiendo la estela el candidato popular.