En la distancia corta está delgado. ¿Comes bien, presidente? Por lo que comprobamos los periodistas de la caravana, Rajoy sólo parece delgado en lo físico. De lo demás está bien gordo. Colmado de vivas y elogios, atiborrado de sondeos favorables e inflado de moral. Y tan macizo de conducta que ya adopta maneras presidenciales.
Señores del PSOE, buenas noches. Mariano Rajoy mitinea tan holgado que no entra en peleas con Rubalcaba y se dirige a él solo para saludar. Lo que necesita tratar con el Gobierno saliente ya lo despacha él en sus conversaciones telefónicas con Rodríguez Zapatero, como quiso contarnos en su charla informal con la prensa de la caravana.
Habla a menudo con Zapatero. Y con Elena Salgado. Le hace llegar a Merkel y Sarkozy sus planes de gobierno y ya planea la composición de su gobierno. No suelta prenda pero tiene ideas. Sus ministros serán políticos con conocimientos sólidos sobre los temas, que es lo que él defiende frente a los tecnócratas. Pero Mariano Rajoy incluirá a personas sin trayectoria política en su gabinete.
Rajoy piensa que las campañas electorales son demasiado largas. Claro. Y ésta en especial se le estará haciendo eterna puesto que ya casi ha comenzado tareas propias del traspaso de poderes. Habla, actúa y se expresa como presidente del Gobierno. Se ve en la Moncloa.
Preguntado sobre su aparente resistencia a mudarse al complejo palaciego con su familia, prefiere hablar del programa y eso no va en su programa. Osea que le molesta que se lo pregunten y se las sigue arreglando para no contestar.