El debate a cuatro celebrado en Atresmedia con diez millones de espectadores como testigos ha supuesto más que un "antes y un después" en esta campaña, toda una revolución en el concepto que en este país teníamos medios de comunicación, partidos, periodistas y políticos a la hora de contemplar un debate electoral.
Fueron dos horas en las que Santamaría, Sánchez, Rivera e Iglesias pudieron fajarse ante el atento arbitraje de Ana Pastor y Vicente Vallés que rompieron con el viejo corsé de los cronómetros en mano y pasos a plúmbeos bloques temáticos. Mandaron las reglas de los periodistas y prevalecieron sus preguntas por encima de la vieja idea de "colocar" el mensaje político a toda costa.
La actividad de los principales candidatos ha estado precisamente marcada en su agenda y declaraciones posteriores por la más que probable incidencia de ese debate en la intención del voto y ante un número tan elevado de indecisos, con independencia de que los ganadores o perdedores de la cita del pasado lunes retransmitida por Antena 3, laSexta y Onda Cero sólo pueden medirse en función de en qué parroquia se pregunte.
A la espera de ese otro cara a cara Rajoy - Sánchez del próximo lunes, el arreón final de campaña ya se atisba como frenético, cargado de tensión y con una cierta épica a lo carrera de cuádrigas en 'Ben hur'….no en vano está en juego quién o quiénes van a pilotar el futuro inmediato de este país.