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Por favor, no rodeen el Parlamento

Manuel Prieto recuerda la concentración convocada por los partidos de izquierda el día en el que Juanma Moreno protagonizaba su investidura como presidente de la Junta de Andalucía.

Manuel Prieto Romero

Madrid | 17.06.2022 18:08

Por favor, no rodeen el Parlamento
Sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía. | Wikimedia Commons

Uno de los episodios más lamentables vividos en los últimos años en la política andaluza fue el ocurrido el 15 de enero de 2019 en las inmediaciones del parlamento andaluz. Ese día, Juanma Moreno protagonizaba su investidura como presidente de la Junta tras treinta y siete años ininterrumpidos de gobiernos socialistas -cuarenta, si sumamos los preautonómicos- y, en los aledaños del edificio, miles de personas se concentraron convocados por todos los partidos de izquierda.

Protestaban (con gritos que en muchos casos causa bochorno recordar) contra la regresión de derechos de un gobierno que todavía no había tomado ni una sola medida -y que, por lo demás, ni siquiera estaba constituido- y por la involución que supuestamente representaba la llegada de la derecha al poder autonómico. De hecho, las protestas habían comenzado mucho antes, exactamente desde el momento en el que se conocieron los resultados electorales del 2 de diciembre anterior, cuando, sin solución de continuidad, ya hubo convocatorias ilegales, algaradas dispersas en la calle, quema de contenedores y detenciones de cívicos “manifestantes” en varias ciudades de Andalucía. Se llegó incluso a insultar y a agredir a los periodistas que cubrían las concentraciones -en Cádiz, por ejemplo- a los que les escupieron, apedrearon, y hasta les pintaron la ropa o los objetivos de sus cámaras por representar un inestimable peligro para la convivencia democrática... de los que protestaban. Los consideraban responsables -para ellos, culpables- de un resultado electoral que no les satisfacía en absoluto y para el que, demostrándolo allí con los hechos, no estaban preparados.

Perder forma parte del juego limpio, al parecer, hasta que por primera vez pierdes. Es entonces cuando ya no aceptas que la realidad te devuelva a esa paradójica decepción de aquello que dices defender y que siempre habías observado pero en la piel de los demás: que también los otros pueden llegar alguna vez a ganar. La consigna fue entonces “Rodea el parlamento” y estaba invocada al unísono por el PSOE, IU, Podemos, Adelante Andalucía, los sindicatos andaluces, varias asociaciones feministas y algunas LGTBI que, en su caso, trataron de disfrazar el funesto episodio de una equívoca reacción festivalera y de espontánea movilización popular. Lo cierto es que una actitud tan antidemocrática y reaccionaria se enmarcaba simplemente en la llamada “Alerta Antifascista”, proclamada en las mismas fechas por el líder de Podemos, Pablo Iglesias, y que declaradamente no aceptaba el resultado de las elecciones.

Tolerancia, respeto y juego limpio son valores fundamentales en todos los aspectos de la vida, pero mucho más en aquellos en los que está en juego la convivencia pacífica de las sociedades democráticas. El mensaje ha calado hasta en los ambientes más primarios y pasionales del mundo del deporte con el mensaje de “Respect” que los jugadores lucen en sus camisetas, de manera que aun habiendo muchos partidarios de cualquier equipo, la cosa no termina cuando pierden incendiando el estadio del rival. O no al menos, de momento.

“Respect” hasta en el viejo oeste americano. Casi dos siglos atrás. Cuando se colocaba en lugar visible el cartel de “Por favor, no disparen al pianista” en aquellos antros de whisky y balaceras en el que se juntaban cuatreros, prostitutas, jugadores de cartas, forajidos, hombres de ley, casquivanos y vaqueros. Aquello solo era música. Esto son votos y hay muchos más pianistas. Y puesto que los votos no pertenecen a nadie, sino al pueblo, cuando se rodea el parlamento se está disparando contra aquellos que bien podríamos ser nosotros.