La clave del crecimiento económico del pasado año está en la demanda interna, que creció un 2,9%. Una demanda interna que no sólo tiene en cuenta la resistencia del consumo de los hogares y la inversión de las empresas -sube el ladrillo y baja en bienes de equipo-. También influye el aumento del gasto público.
El PIB español avanzó un 2,6% el año pasado, que es el menor aumento desde 2014. Aún así la economía española crece por encima de la media europea.
El punto preocupante es el sector exterior que resta crecimiento, aunque menos de lo previsto, y en 2018 se crearon casi 470.000 empleos equivalentes a tiempo completo.
Además, la tasa de ahorro de los hogares cae por debajo del 5%, el nivel más bajo desde 1999.