Madrid |
Los consumidores son los más perjudicados de una guerra que va para largo. EEUU centra su estrategia en sus productos manufacturados, los que requieren mano de obra intensiva, un sector en el que China es líder mundial, pero dependiente del mercado norteamericano.
Y es que, de entrada, los productos que se fabrican en el país asiático serán más caros para Estados Unidos, algo que repercutirá a todos; entre ellos están los tecnológicos, textil o juguetes. Muchos países pueden aprovecharse de la situación si las empresas optan por cambiar de sede de producción.
El propio FMI ya pronosticaba que la guerra arancelaria puede comerse hasta seis décimas de crecimiento en EEUU, y un punto y medio en China.
Europa también se contagia de esa desaceleración. Se resiente el petróleo, mientras que los inversores vuelven a apostar por el oro. En España nos afecta menos, pero trabajan para defender a las empresas de los posibles daños colaterales.