Joaquín Sabina, el cantautor, poeta y cronista de la vida urbana, volvió a hacer vibrar Madrid anoche en el primero de los ocho conciertos programados en la capital dentro de su gira de despedida, ‘Hola y adiós’. Ante 12.000 asistentes en el Movistar Arena, Sabina ofreció una velada cargada de nostalgia, gratitud y complicidad, confirmando una vez más el profundo vínculo que lo une a la ciudad que eligió como hogar y musa.
Madrid, personaje y escenario en la obra de Sabina
Aunque nacido en Úbeda, Jaén, Sabina es, por derecho propio, uno de los grandes cronistas de Madrid. Desde su llegada a la capital en 1978, la ciudad se convirtió en escenario y personaje de sus canciones, inspirando himnos como "Pongamos que hablo de Madrid" y convirtiendo rincones emblemáticos como la Gran Vía, Tirso de Molina, la Plaza Mayor o el barrio de Las Letras en paisajes emocionales reconocibles para varias generaciones. "Madrid no es solo un lugar, es un personaje más en mis historias", ha declarado el artista, que ha inmortalizado en sus letras bares, plazas y calles, y ha hecho de la ciudad un símbolo universal de bohemia, amor y supervivencia.
Madrid, personaje y escenario en la obra de Sabina
El concierto comenzó con la aparición en pantalla de amigos y cómplices de su carrera, con la proyección del vídeo de una de sus últimas canciones, ‘Un último vals’ —dirigido por Fernando León de Aranoa— en el que le acompañan viejos amigos como Joan Manuel Serrat, Leiva, Ricardo Darín, Andrés Calamaro, Ariel Rot, José Tomás, Luis García Montero, Juan Gabriel Vásquez, Alejo Stivel o Jorge Drexler.
Después Sabina irrumpiría en escena entre aplausos y vítores. "Buenas noches, gracias por venir. Por fin en Madrid. Ya sabéis que esta es mi última gira, pero por suerte me quedan algunos conciertos más aquí. La ciudad, no donde nací, pero sí donde elegí vivir y a la que le debo absolutamente todo lo que soy, incluidas mis canciones", confesó emocionado tras abrir con "Yo me bajo en Atocha", una declaración de amor a la ciudad que lo adoptó.
El repertorio fue un repaso a su trayectoria, con clásicos como "Princesa", "Pacto entre caballeros", "Por el bulevar de los sueños rotos" y "19 días y 500 noches", coreados por un público entregado que abarcaba varias generaciones. Sabina, a sus 76 años dedicó canciones a amigos, familiares y a la propia ciudad, en una noche que fue tanto un homenaje como un adiós sentido.
El legado de Sabina en Madrid
El vínculo de Sabina con Madrid va más allá de la música: la ciudad ha sido testigo de sus éxitos, refugio en sus crisis y escenario de su vida cotidiana. Un amor recíproco que ayer tuvo su primer adiós, pero no fue un inicio amargo de su posible despedida de los escenarios, si no una celebración de una unión con la capital que fue respondida a través de público, con una ovación que selló el pacto eterno entre el artista y su ciudad.