Grecia espera controlar este domingo la que ya es la mayor catástrofe ambiental del país. Aunquetodavía decenas de incendios continúan activos, la recesión del incendio en los suburbios del norte de la capital y la ayuda extranjera suscitan cierto optimismo.
Casi todos los frentes han sido reducidos, a excepción del de Eubea -la segunda mayor isla de Grecia-, donde el fuego continua avanzando a sus anchas y reduciendo a cenizas todo lo que encuentra a su paso, incluyendo miles de hectáreas de bosque virgen situadas al norte. Sin embargo, las autoridades no dan por controlados los incendios y temen que en cualquier momento una chispa marchite todos los progresos.
Eubea en llamas
Las imágenes en Eubea son desoladoras. Un cielo casi apocalíptico es testigo de la huida de cientos de personas que tratan de escapar del fuego al tiempo que otras tantas persisten a fin de salvar sus casas y medios de vida en esa asfixiante atmósfera asfixiante.
Después de haber evacuado casi cincuenta poblaciones de Eubea, -en numerosos casos en ferris, barcos privados o de la Guardia Costera- el Gobernador de la región de Grecia Central, Fanis Spanos, ha asegurado que han tenido que realojar a unas tres mil personas en hoteles y polideportivos.
Vecinos desesperados y autoridades locales han acusado al Gobierno de priorizar la región capitalina de Ática, así como de haber utilizado el discurso de "salvar vidas, no casas”, para abandonarles durante una serie de días en los que la evacuación ha constituido casi la única herramienta.
Ante las críticas relativas a la falta de medios en Eubea, donde se habla de más de 20.000 hectáreas quemadas, el teniente general del cuerpo de bomberos, Nikos Diamandis, ha explicado que se están ejecutando las operaciones más efectivas y factibles, de modo que los aviones y helicópteros no siempre se aproximan a las llamas “por la zona o desde la dirección que los vecinos esperan ver”. Según Diamandis, la carga térmica a veces es tan elevada que la extinción de los fuegos podría compararse con "verter agua para extinguir la lava de un volcán”.
Por su parte, el viceministro de Protección Ciudadana, Nikos Jardaliás, ha confirmado que se han reforzado las fuerzas antiincendios el la isla de Eubea. A pesar de que se han enviado diecisiete aviones, centrados en las zonas residenciales, Jardaliás ha apuntado que la extinción del incendio resulta "extremadamente complicada" a causa de la fuerza y la dirección de las rachas de viento, las turbulencias y el denso humo que, además, complica la visibilidad.
El ministro de Asuntos Marítimos griego, Yannis Plakiotakis, ha anunciado el desplazamiento gratuito desde los puertos de Edipsos y Agiokampos, en Eubea, anuncio que ha despertado las críticas de miles de víctimas que tuvieron que pagar en pos de atender las órdenes de evacuación de las autoridades.
Ayuda internacional
Según ha confirmado la Comisión Europea, varios aviones Canadair enviados por España, Francia y Croacia se han desplazadoesta tarde hasta Eubea.
A estos aviones se suman desde Chipre dos aviones y cuarenta bomberos, ochenta y tres bomberos franceses, dos aviones suecos, tres helicópteros suizos y dos egipcios, ciento ocho bomberos y veintiún vehículos rumanos, cien efectivos ucranianos y dieciséis israelíes.
Además, se espera más ayuda desde Francia, Alemania, Polonia, Eslovenia, Austria, Chequia, Reino Unido, Qatar y Kuwait. Grecia ha agradecido la solidaridad recibida desde el exterior.
Precaución y vigilancia
En las áreas donde ha sido posible reducir los frentes, como al pie del monte Parnés, al norte de Atenas, impera la cautela ante la posibilidad de que resurjan los focos. Así pues, unos quinientos agentes de Policía patrullan los parques, las colinas y otras zonas verdes de Ática en aras de impedir otros fuegos.
Desde ayer se han identificado a diecinueve personas sospechosas de provocar incendios y solo este domingo cuatro personas -dos de ellas menores de edad- ya han sido detenidas por intentar provocar fuegos en la región.
De momento, el fuego ha dejado una víctima mortal: un hombre de 38 años que murió a causa de las heridas provocadas por la caída de un poste eléctrico de alta tensión mientras colaboraba como bombero voluntario en la extinción del incendio de los suburbios del norte de Atenas.
A esta pérdida se añade la quema de uno de los últimos pulmones verdes de la superpoblada capital, en la que se concentra casi la mitad de la población del país, y de una cifra indeterminada de la fauna local. En las últimas horas, varios vecinos de Atenas han observado bandadas de cigüeñas que desesperadamente buscaban un refugio en la ciudad, hecho que se ha saldado con la muerte de muchas de estas aves tras chocar con cables de alta tensión.