También en filas de cualquier otro partido, especialmente los mayoritarios, que son los que se ven, sus integrantes tienen que sufrir la vergüenza interna de compartir siglas de partido con una lista de imputados, que como dueños de su acta de conseller o concejal, tienen absoluta impunidad para seguir cobrando como cargo público cuando su honra está manchada. Alberto Fabra, lo ha dicho muy claro, ha apostado firmemente para, sin dejar de respetar el principio de presunción de inocencia, el sistema pueda tener mecanismos fáciles para apartar a cualquier imputado de sus funciones públicas. No le tiembla la mano a Fabra, y parece que cuenta con todo el apoyo de Rajoy, el problema serán, en un futuro no muy lejano, los apoyos con los que cuente dentro de su mismo partido.
De momento, Alberto Fabra, no tiene del todo el visto bueno de los más cercanos. Primero saltó a la voz pública, una factura por la que la Generalitat iba a financiar un fue lo de couching personal para Alberto, extremo que asumió el propio presidente, para zanjar la cuestión de inmediato. Este fin de semana ha saltado a la prensa una nueva reestructuración del consell que suprime a los delegados del consell en las provincias, puestos cuyas competencias se absorberán desde la nueva secretaria autonómica de Organización, Coordinación y Relaciones Institucionales de la Generalitat.
Las malas lenguas dicen que entre Alberto y Esther Pastor existe una estrecha relación desde que en 2005, ésta le llevara su agenda personal ya en el ayuntamiento de Castellón. Sin embargo, fuera de toda valoración personal sobre la vida privada de un cargo público, habría que seguir la pista de los comentarios, un humo que quizá tiene más el sello del PP, que el del mismo PSOE.