Aquel verano, en San Siro, dos talentos albicelestes desembarcaban en el acaudalado Inter de Milán. Uno era lateral de Banfield, Javier Zanetti, hoy ídolo nerazzurro casi cuarentón. El otro delantero: Sebastián Rambert.
Rambert llegaba con 21 años y un curriculum de gran promesa, avalado por el campeonato argentino con Independiente y la confianza de Pasarella en la selección. De poco le valió. En Italia no tuvo ni un solo minuto en la serie A, por lo que en Navidad se marchó traspasado al Zaragoza.
En la Romareda hizo dos goles en su debut, y otro al Madrid en sus primeras semanas en España. Pero la pólvora se le acabó y ‘el avioncito’ dejó de volar en Zaragoza. Dani y Morientes eran demasiada competencia en un equipo que venía de campeonar la Recopa del 95.