Las chicas del balonmano dan otra alegría a España en forma de medalla de bronce en un partido vibrante y agónico ante una Corea que no hincó la rodilla hasta el tramo final de la prórroga, en el que las nuestras sacaron fuerzas de flaqueza para poner el definitivo 29-31 en el luminoso.
Un partido de leyenda, de los que se quedan grabado en la retina de los amantes a este deporte. Un duelo igualado, vibrante. Un duelo de poder a poder en el que ninguna de las dos contendientes quería dar su brazo a torcer. Ambas selecciones tenían un objetivo, el objetivo de redimirse de la semifinal perdida con una presea de bronce en su haber.
En la primera parte quedó claro y marcado el guión que seguiría el partido desde el comienzo hasta el último instante de la prórroga. Y es que si las coreanas se alejaban en el marcador al comienzo, las españolas hacían un parcial de 0-6 para empatar y posteriormente adelantar en el marcador a las coreanas, que volvían a igualar el tanteador al término de la primera mitad.
Y también habría un empate con el pitido final en la segunda parte. Parecía que nadie quería ganar y que nadie quería perder, ya que ni una ni otra tuvieron ventajas de más de un gol cuando se acercaba el término del choque aun con todas las ocasiones que tenían. Sobre todo las españolas, que no acertaron desde los siete metros.
Una prórroga inevitable
Así que tocaba sufrir con la prórroga, una prórroga interminable, agónica. Una prórroga en la que las guerreras olímpicas tuvieron en un puño el corazón de cada seguidor del balonmano. Una prórroga en la que no cambió la tónica de la igualdad ni de la intensidad con la que ni uno ni otro combinado afrontaron los instantes finales.
Ni nervios ni nada. Y mucho menos cansancio. El cansancio no existía. Con más de 75 minutos en las piernas y en los brazos de las jugadoras por fin llegaría el momento en que España conseguiría, a falta de 15 segundos para el final del partido, una renta de más de un gol al poner el marcador en 29-31, que sería suficiente para conseguir la medalla de bronce.
Un bronce con varias protagonistas de excepción. Con Marta Mangué espectacular, con Silvia Navarro inmensa parando disparos imposibles y lanzamientos de siete metros, con Macarena que se echó el equipo a la espalda en momentos cruciales... y con el balonmano femenino español poniendo su nombre en el podio de estos JJOO de Londres 2012.