Escuchamos historias insólitas como la de Gonzalo, un abogado que ha trabajado con herencias de emigrantes a Uruguay. Ha encontrado herencias perdidas. También conocemos la historia de María, que al morir su tía y su prima, le tocó un pellizco de dinero o la de Monstse, que tenía una tía en París que la dejó 3000 euros pero, todavía no sabe nada del dinero.