Será la tercera temporada de Fernando Alonso en Ferrari y se palpa un pesimismo que asusta alrededor de la Scuderia.
Todas las alarmas saltaron en los últimos test de Montmeló, cuando Pat Fry, el ingeniero que llegó desde Mclaren la pasada temporada para convertirse en el antídoto del mago Newey, afirmó que “Ferrari no está en condiciones de luchar por el pódium en las primeras carreras”.
A esa rueda se sumó desde dentro el propio Alonso, al romper el silencio stampa de los pilotos para decir “en Australia vamos a sufrir”. Desde fuera nombres propios como el de Bernie Ecclestone dijo que no al asturiano ni entre los tres primeros cuando termine el campeonato o Niki Lauda que calificó de “dramática” la situación de los de Maranello. Mucha gasolina para apagar un incendio.
Con todos esos presagios, meterse en una casa de apuestas da miedo… el tercer título de Vettel arrasa, mientras que ver a Fernando campeón se paga igual que el retornado Kimi Raikkonen.
Con este panorama no nos queda otra que buscar cualquier resquicio para coger aire. El primero es que arrancar en Melbourne es como jugar a la ruleta. Desde 2003 tan solo ha repetido triunfo Jenson Button, vamos que en nueve años ocho pilotos distintos han cruzado la línea de meta primeros.
A la incertidumbre que genera un circuito como el australiano se suma además las predicciones de una meteorología cambiante que puede ser determinante.
Otro aspecto importante es que el mundial arranca con dos carreras en dos semanas, pero luego habrá un parón de otras dos que permitirá a los equipos buscar la tecla oportuna.
Y el punto más importante es que siempre hay que creer en Fernando y en Ferrari. La doble F es una garantía, y mas pronto que tarde este binomio acabará convirtiéndose de nuevo en temible, a pesar de que el talentoso Petrov, apunte que Fernando es un piloto de pago. Pués hala majo, llama tú a Ferrari y al Santander y les preguntas si te quieren, que igual tienes suerte.
