Este grupo, formado por 25 víctimas del terrorismo de ETA, GAL, yihadismo y extrema derecha, ha hecho público un manifiesto. Entre las firmantes están Ana Aizpiri, Íñigo Pascual, Cristina Cuesta, Koldo San Martín, Marta y Sara Buesa, Alberto Muñagorri y Naiara Zamarreño.
Para los firmantes, el testimonio de la víctima es una herramienta educativa efectiva para hacer comprender a los jóvenes las consecuencias de la actividad terrorista. Además de contribuir a cimentar en ellos valores éticos como la memoria, la dignidad, la verdad y la justicia.
«El conocimiento del relato de la víctima contribuye a la deslegitimación del terrorismo. Nuestro mensaje es constructivo», han subrayado. Por ello, consideran que es necesario sistematizar el uso del testimonio en la educación. Incluidos los diferentes niveles, desde la enseñanza secundaria, la Formación Profesional y universitaria, «para no hurtar a los jóvenes su derecho a conocer el impacto del terrorismo en nuestra historia reciente».
Específicamente en el País Vasco y Navarra, ven conveniente impulsar estos programas también en la red pública. Han emplazado especialmente al lehendakari a que tome las medidas necesarias para que los jóvenes vascos conozcan el pasado de violencia terrorista.
Por otra parte, han pedido que el próximo Real Decreto de Educación amplíe los contenidos curriculares sobre terrorismo. De manera que el estudio del mismo debe formar parte del currículum allí donde aún no está implantado. Así, han emplazado a todas las Consejerías de Educación de España a que integren el mensaje de las víctimas del terrorismo en el sistema de enseñanza. También han hecho un llamamiento a las asociaciones de padres y madres (AMPAS) y al profesorado a que se comprometan en esta importante tarea.
Por último, han sugerido que el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo coordine a las instituciones y entidades que desarrollan la actividad educadora de las víctimas.