Tras dedicar su merecidoNMHA al silencio (bello o punitivo) hoy lo haremos a su mayor rival: el ruido.
Porque, desde que me diagnosticaron leve lesión irreversible y permanente, causada por repetitiva actividad profesional, aprecio el mal entendido ruido de otra manera. Incluso me ha hecho llegar a plantearme el uso de tapones durante algún concierto.
Durante, al menos, medio siglo en el rock ha habido una competición no oficial por ver quien era el más 'ruidoso’, entendiéndose principalmente en términos de presión sonora. Algo mensurable gracias a la unidad de intensidad acústica del temible decibelio. La real contaminación acústica a la que estamos continuamente sometidos involuntariamente y el riesgo de pérdida de salud a través de nuestros oídos, al parecer, han hecho tomar algo de conciencia al respecto y ya no se premia sino que se previene.
Desde que a Bob Dylanse le ocurriera arengar a su banda para "tocar jodidamente fuerte”, mientras sus fanáticos descontentos abucheaban su (nueva) música eléctrica, ésta nos ha dado momentos de bendita tortura. Siempre sin entrar a valorar el interesante territorio delNoise[aka ruidismo] de, por ejemplo, los imprescindibles Einstürzende Neubauten.
A propósito del género, en su versión japo,Masami Akita 'Merzbow' declaró que «Si por ruido nos referimos a un sonido incómodo, entonces la música pop es ruido para mí». Por cierto, su amiga Eiko Ishibashi acaba de recibir el premio a mejor banda sonora en los XVI Asian Film Awards Academy por Drive MyCar, la cual no tiene nada que ver con el ruido propio en una guerra como han premiado en los 95º Óscar, o lo experimental que suena la BSO de Todo a la Vez en Todas Partes.
Texto: Miguel Tébar, periodista musical
