Para hoy abriremos la carpeta de las dicotomías, RAE en mano, confrontando la utopía: «Representación imaginativa de una sociedad futura de características favorecedoras del bien humano» con la distopía: «Representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana».
En diversas ocasiones he abogado ante este micrófono por el ecologismo, utópico para los verdaderos negacionistas. Hoy, 22 de abril, aprovecho el día internacional de la Madre Tierra para recordar «que necesitamos un cambio hacia una economía más sostenible que funcione tanto para las personas como para el planeta» y, obviamente, la importancia de la biodiversidad para los humanos.
Últimamente siento demasiadas confrontaciones dialécticas, y no sólo, opinando sobre cómo resultarán nuestros micromundos pospandemia. Tal resultado, en su mayor porcentaje, dependerá exclusivamente de cada uno de nosotros mismos. Porque nuestras ideas y decisiones son transformadas en acciones. Y eso, a menudo, es la diferencia entre la imaginación y la ficción. Entre favorecer el bien común o causar la alienación del individuo y, en consecuencia, de la colectividad.
Porque pienso que nadie tiene derecho a quitarnos la libertad de elegir entre utopía y distopía. Pongamos música ante los enfrentamientos.
Con Tatiana Tereshkova y Miguel Tébar
