La conclusión es clara: en 1992 el tamaño medio del pene erecto era de 12,27 cm y en 2021 alcanzó los 15,23 cm, una diferencia de casi 3 cm. Además, este aumento se ha observado en todos los continentes, razas y grupos de edad. Eso sí, el crecimiento solo se ha detectado en estado de erección, no en reposo, lo que lleva a plantear posibles cambios en el tipo de pene más frecuente. “Podríamos estar ante un incremento del llamado pene de sangre, que crece mucho al excitarse, frente al pene de carne, que mantiene tamaño constante”, añade Rodríguez.
Pero, ¿cuáles son las causas de este crecimiento? El sexólogo apunta a dos grandes hipótesis: por un lado, el adelanto de la pubertad en los últimos años, y por otro, la influencia de factores ambientales como los disruptores endocrinos, sustancias químicas presentes en muchos productos industriales que alteran el sistema hormonal humano. “La duda es si esto es fruto de una mejor alimentación o de una mayor exposición a contaminantes hormonales”, reflexiona Rodríguez.
Además, advierte que este fenómeno puede tener implicaciones para la salud reproductiva y el desarrollo genital masculino, aunque no hay evidencia de que el tamaño del pene influya en la fertilidad ni en la satisfacción sexual. “La autoestima masculina sigue muy marcada por este tema, pero lo importante es la calidad espermática, no los centímetros”, subraya.
Por último, el sexólogo recuerda la importancia de educar sin mitos ni complejos, en un contexto donde la presión social y cultural sobre el cuerpo masculino sigue estando muy presente. “Muchos hombres viven pendientes del espejo y la cinta métrica, pero lo verdaderamente importante está mucho más allá del tamaño”.
