El envejecimiento ya no es sinónimo de renuncia a la sexualidad. A pesar de los estigmas sociales y los silencios médicos, cada vez más personas mayores de 60 años reivindican el derecho a mantener una vida erótica plena y satisfactoria. Según diversos estudios, casi la mitad de los adultos en esta franja de edad siguen siendo sexualmente activos, aunque con nuevas formas de deseo y placer adaptadas a los cambios físicos y emocionales.
En un mundo donde la juventud sigue siendo el referente del atractivo, los mayores están redefiniendo lo que significa ser sexy: confianza, autenticidad y satisfacción personal. Tal como señalan los sexólogos, Eva Camacho y Jesús Rodríguez.
El cambio, sin embargo, aún se enfrenta a barreras. En el ámbito sanitario, los médicos rara vez preguntan a sus pacientes mayores sobre su vida íntima, y en el entorno familiar persisten prejuicios que condenan la actividad sexual en la vejez. En el plano social, términos como "viejo verde" o "vieja loca" siguen marcando con estigma a quienes desafían la norma establecida.
Pero los datos respaldan el cambio: un estudio sueco de 2020 reveló que el 46% de los mayores de 60 años mantienen relaciones sexuales, y que un 10% de quienes superan los 90 años siguen practicando algún tipo de actividad erótica. Otra investigación realizada en Noruega, Dinamarca, Bélgica y Portugal destacó la relación directa entre el bienestar físico y mental y la actividad sexual.
Los especialistas en sexología coinciden en que es clave cambiar la perspectiva sobre el deseo y el placer en la madurez.