Al llegar a la radio el miércoles teníamos una sorpresa, ¡nos trasladábamos a Vilanova de Arousa! Iba a ser la primera emisión en directo tanto para Antía como para mí. ¿El motivo? La presentación de la salida de la Vuelta Ciclista a España 2013.
Ya en el coche no dejaba de dar gracias a la suerte por poder asistir a un evento de estas características. Una cita con la actualidad nacional en la que trabajaríamos junto a compañeros de todos los medios, de las agencias de noticias, de los gabinetes de prensa…en definitiva, comunicadores. Aquello iba a ser una obra de teatro.
Es cierto y no lo digo como algo negativo, todo lo contrario. Íbamos a ser personajes, cada uno con su papel asignado. Cumpliríamos con nuestro trabajo para representar la función…acercar, transmitir, informar. Además, esta vez el público estaría más allá de la frontera provincial y, encima, el escenario iba a ser un lujo: junto al mar en un día de radiante sol.
Nada más llegar a Vilanova descubrimos que lo de junto al mar se convertiría en rodeados por él. El evento no iba a tener lugar en el muelle, como pensábamos, sino que sería en medio de la ría, ¡sobre una batea! Miré los tacones y la cartera de mano de Susana, estaba claro que ella tampoco estaba avisada.
Susana fue la primera en partir hacia tan original lugar para un evento. Mientras, una manada de periodistas, incluidas las dos becarias de Onda Cero, se arremolinaba bajo una sombra. Bullían las conversaciones de todo tipo, tanto sobre lo que nos ocupaba como de asuntos más triviales en aquel momento. Circulaba el rumor de que sobre la batea habían colocado ya la enorme plancha de metacrilato que el 24 de agosto permitirá salir de ella a los ciclistas. Esto calmó nuestra curiosidad por un rato, hasta que por fin llegaron los taximar. Personas, cámaras, trípodes, cables y maletones de muchos tamaños nos montamos en aquellos barcos.
Antes de llegar ya pudimos comprobar que de la plancha de metacrilato podíamos olvidarnos. En su lugar había dos tableros de madera que cubrían una mínima parte de la plataforma marítima. Pero, por si fuera poco, para llegar a ese suelo firme improvisado había que atravesar una segunda batea. Nuestras caras eran un poema. En seguida se empezaron a escuchar las preguntas que todos nos hacíamos en nuestras cabezas: ¿cómo íbamos a llegar con todo el material hasta los tableros?, ¿cómo pensaban meter a tantísima gente en un espacio tan reducido?
Al final no sólo se pudo, sino que lo conseguimos sin que nadie se cayese al agua. Desde luego no fue el típico día de trabajo y no todo salió como se esperaba, pero pudimos sacar adelante la función y, lo más importante, aprendimos otra lección de Periodismo que no enseñan los libros. Nuestro técnico en aquella emisión especial, Luis Cerdeira , lo definió muy bien: “es el instinto de supervivencia que hay que tener en este trabajo”.