El grupo municipal socialista de Ourense dejó ayer otro capítulo en su rosario de desencuentros. Antes de que la ejecutiva gallega refrendara al alcalde, Agustín Fernández, dos de las concejalas alineadas en el bando llamado pachista -los cinco díscolos enfrentados al regidor y su equipo- dieron una vuelta de tuerca al pulso. La contundente posición de la ejecutiva gallega deja en una delicada posición a María Devesa y a Susana Bayo, que con un par de horas de diferencia presentaron al alcalde idénticos escritos de dimisión como miembros de la junta de gobierno, algo que no sintoniza con los dictados de la ejecutiva gallega. La exposición que hacen las concejalas es corta, de apenas once líneas, aunque suficientes para decir que no quieren estar en la junta de gobierno, pues, por la propia dinámica de este órgano, perciben «peligro evidente» de «incurrir en ilícitos penales». Para «evitar la eventual responsabilidad», Devesa y Bayo solicitan del alcalde que «tenga por presentada» su dimisión.
Agustín Fernández evitó las declaraciones. Quiere hablar con quienes están con él y también con los que desde hace meses han torpedeado su gestión.
La de ayer no fue la primera dimisión de María Devesa. De hecho, entre su escrito y el de Susana Bayo, idénticos, la única diferencia está en el añadido de Devesa en el sentido de que «ya la había presentado con anterioridad y me pidió el propio alcalde que continuara como miembro de la misma».
Han sido, en todo caso, dimisiones con un toque personal. Aunque presentadas por escrito, su entrega en mano y sin pasar por Rexistro, le resta el peso del sello. La renuncia de María Devesa no ha sorprendido. La de Susana Bayo sí. Como también que esta última hubiese seguido el mismo rumbo de su compañera, sin haber recurrido al Rexistro Xeral, un camino que eligió meses atrás cuando reclamó las cuentas internas del grupo socialista, que luego alentaron el escándalo del uso de dinero público para fiestas y gintónic