La abuela de Ourense sopló la vela de su 108 cumpleaños en una residencia de Cartelle

Josefa Álvarez Rodríguez atribuye su longevidad a que no se casó "porque non quixen" -miembros de su familia le recuerdan algún novio- y no tuvo hijos, a su carácter alegre, por lo que sabe sobreponerse a las situaciones adversas, y a que siempre ha comido de todo, tanto carne como pescado, aunque muestra especial debilidad por los dulces.

ondacero.es

Ourense | 17.02.2014 08:57

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abuela de ourense | Faro de Vigo

La abuela de Ourense, Josefa Álvarez Rodríguez -la segunda mujer de mayor edad de Galicia tras Avelina Mouzo Leis (109 años), de Ponte do Porto (Camariñas)-, sopló ayer la vela de su 108 cumpleaños en la fiesta que se celebró en la residencia Nosa Señora do Mundil de Cartelle en la que vive desde hace quince años. Además de degustar sin ningún tipo de ayuda una buena porción de la tarta de hojaldre y crema preparada para la ocasión, que confirma la fama de larpeira que le atribuyen, la centenaria haciendo gala de su carácter alegre y de la afición que tiene por la música, interpretó varias canciones, como "Na beira do mar" y "Por andar de parranda", con el único acompañamiento del golpear de sus manos, ante la admiración de los familiares, residentes y personal del centro que la acompañaban.

Josefa Álvarez Rodríguez atribuye su longevidad a que no se casó "porque non quixen" -miembros de su familia le recuerdan algún novio- y no tuvo hijos, a su carácter alegre, por lo que sabe sobreponerse a las situaciones adversas, y a que siempre ha comido de todo, tanto carne como pescado, aunque muestra especial debilidad por los dulces.

Josefa Álvarez nació y se crió en medio de "una gran penuria económica" en Santomé dos Madeiros (Ramirás), debido a que su padre era ciego y la familia vivía de la agricultura y del cuidado de una sola vaca. Trabajó mucho para sacar adelante a sus 9 hermanos y atender a su progenitor, también con "muchas necesidades". Empezó a verse mejor a partir del momento de la jubilación, a los 65 años. A los 93 rompió una cadera, por lo que tuvo que ingresar en la residencia Nosa Señora do Mundil, donde se encuentra plenamente integrada. Come sola, anda con un bastón y participa en talleres orales y de gerontogimnasia.