La localidad cacereña de Torrejoncillo se prepara para vivir un año más la fiesta de La Encamisá, declarada de Interés Turístico Regional desde 1997, en la que espera reunir a mas de 10.000 personas, en la noche del 7 de diciembre, junto a los 150 jinetes y 120 escopeteros que acompañarán al estandarte de la Virgen de la Inmaculada Concepción por las calles del pueblo.
Alrededor de estos festejos se ha diseñado un programa de actividades culturales y deportivas que se han venido desarrollando estos días como el pregón a cargo de Miguel Arias Freixo, o la ofrenda floral del pasado fin de semana, pero el día grande será la noche del 7 al 8 de diciembre, cuando el estandarte salga de la iglesia de San Andrés para ser portado por Rubén Sánchez García, cuyos padres, Antonio Sánchez y María García son los mayordomos este año.
Las hogueras en los distintos vecindarios como La Vega, La Carrera Alta y la Baja, San Antonio o en Saturnino Serrano arderán mientras la población degusta los dulces típicos como coquillos maridados con el vino de pitarra de la localidad.
Así, en la noche del miércoles 7 de diciembre los principales festejos arrancarán a las 22,00 horas con el repicar de las campanas que anuncian la salida del estandarte de la Virgen desde la iglesia de San Andrés. Entonces, los jinetes cubiertos con sábanas blancas llenarán las calles y plazas del municipio, en recuerdo de la estrategia de defensa que, según cuenta la leyenda, llevaron a cabo los torrejoncillanos durante la Batalla de Pavía, para ocultarse del enemigo entre la nieve.
Algunas leyendas apuntan a que el origen de la fiesta está en esta batalla, que se libró el 24 de febrero de 1525 entre el ejército francés al mando del rey Francisco I y las tropas germano-españolas del emperador Carlos V, y en la que un grupo de torrejoncillanos se cubrió con sábanas blancas y se encomendó a la Virgen para poder adentrarse en las líneas enemigas sin ser descubiertos en el paisaje nevado.
No se sabe con certeza si esto fue así pero sí que el origen de la fiesta es una batalla y de ahí los caballos y las escopetas emulando el ejército. No obstante, la fiesta tiene ahora un cariz religioso en agradecimiento a María Inmaculada que consiguió, según la leyenda, que las tropas españolas lograran su objetivo en esta localidad italiana.