Con 30 años, Fernando-Elías Pérez-Esteban Picazo, natural de San Cristóbal de la Laguna (Tenerife), pero afincado con su familia en Alicante desde que era un niño, es un seminarista que comenzará de este modo la próxima semana unos meses de “prácticas pastorales” con destino la parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Torrevieja y la Fundación Diocesana San José Obrero de Orihuela. “Espero que sean unos meses para seguir realizando mi pequeña labor en los destinos pastorales pero esta vez ya como diácono” afirma.
De este modo, a Fernando le esperan unos meses de intenso trabajo tras los que volverá de nuevo ante su obispo para dar el ”sí” definitivo a la Iglesia Católica. Será entonces ordenado sacerdote. Cuando se le pregunta si recomendaría esta experiencia vital a otros niños y jóvenes que se estén planteando la opción del sacerdocio no lo duda: “Si estás leyendo estas líneas, lo primero que te recomiendo es que le digas que sí a Dios de corazón. Dile sí a todo lo que él quiere para ti. Con eso ya tienes lo importante. Ahora lo que queda es ir descubriendo cuál es la vocación a la que el Señor te ha llamado. Debes hacerlo acompañado por un sacerdote o una persona de Dios, pero si te planteas ir al seminario, lo mejor es que te ejes acompañar por los sacerdotes del seminario. Ellos te ayudarán a descubrir y a elegir lo que Dios ya ha puesto en ti.”
¿QUÉ SIGNIFICA SER “DIÁCONO”?
Diácono es una palabra que proviene del griego y significa “servidor”. Su misión principal consiste en asistir al Obispo y a los sacerdotes ayudándoles en la predicación del Evangelio y en el servicio a los más pobres. Los diáconos, a diferencia de los presbíteros (los sacerdotes) ni celebran la Eucaristía (aunque ayudan a dar la comunión), ni confiesan a los fieles. Sí pueden administrar el sacramento del Bautismo y del Matrimonio, celebrar exequias y llevar la comunión a los enfermos.