Hoy con Léleman venía pensando en… cómo más de 12.000 valencianistas esperaban ansiosos la llegada de las diez de la mañana. Ninguno quería quedarse fuera.
Ninguno quería quedarse fuera de poder vivir in situ otra final de su Valencia. Con todos los desprecios de Mériton hacía ellos, ellos pese a todo nunca fallan. Son capaces de gastarse una pasta, entrada más viaje, para poder estar el 23 de abril en Sevilla. Les da igual que su presidente sea Anil Murthy y se haya quedado 8.000 entradas para sus compromisos. Nada les frena. Ellos quieren su entrada y hasta que no la han conseguido han pasado momentos de tensión. Porque el valencianismo es un sentimiento que no se puede explicar y que va más allá de dueños o presidentes.
Siempre ha habido momentos buenos y malos, alegrías y decepciones. Y aún así los aficionados siempre han estado. Da igual que tu equipo gane o pierda, que esté dirigido por incompetentes o por personas brillantes, que esté en Europa o no, que juegue mejor o peor, que te caigan bien o mal sus jugadores. Nada de eso importa. Importa solo el sentimiento, ese que te lleva a sacar el dinero de donde no lo tienes para seguir siendo fiel a tus colores. Eres capaz de sacrificar otras cosas, de privarte de otras muchas cosas y eso significa poder acompañar a tu equipo en una cita tan importante como la de La Cartuja.
Por eso y solo por eso es tan importante que el mayor número de entradas para eventos como el del próximo 23 de abril vayan destinadas a ellas. Porque ellos nunca fallan, son fieles, quieren a su equipo a rabiar y con su sentimiento y sus hechos se gan ganado el derecho a estar en Sevilla. Por eso menos paracaidistas y más valencianistas de verdad. ¿O debería decir, como les gusta decir a los que mandan, menos falsos valencianistas y más valencianistas auténticos? Lo malo es cuando confundes quien son los falsos y quien los auténticos…