Hoy con Léleman venía pensando en… lo bonito que son eliminatorias o partidos como el de hoy. Aunque sea el de ida. Aunque no parezca que vaya a ser definitivo.
Porque hoy es uno de esos días en los que todo valencianista se levanta con el gusanillo en el cuerpo. Hoy es de esos días que deseas acabar tu jornada laboral, que se hagan las nueve de la noche y poder ver a tu equipo peleando por meterse en una final, ver a tu equipo con la posibilidad de ganar un título. Seguro que muchos de los que me estáis oyendo ya habréis mirado hotel para el 23 de abril en Sevilla, que por cierto están a unos precios prohibitivos. Y eso que aún faltan dos partidos para saber si iremos. ¿Sabéis como se llama? Se llama ilusión.
Ilusión por ver a tu equipo compitiendo en un escenario tan bonito como es el nuevo San Mamés. Ilusión porque los guerreros de Bordalás sean capaces de domar a esos leones que vienen de eliminar al Barcelona y al Real Madrid. Ilusión por pensar que el 2 de marzo en Mestalla se pueda vivir otra de esas noches mágicas. Una ilusión que emana de ese sentimiento valencianista que todos llevamos dentro.
Un sentimiento inexplicable que nos lleva a que hoy no sea un jueves más en nuestras vidas. No, no lo es. Es un jueves de semifinales de Copa con nuestro equipo compitiendo por ganar. Es un jueves en el que queremos ver al Valencia conquistando San Mamés, esa fortaleza que hoy parece casi inexpugnable. Es un jueves en el que queremos irnos a la cama felices.
Porque de esto se trata el fútbol: de sentir, de ilusionarse, de emocionarse, de apasionarse y de pensar que cada vez que juega tu equipo un partido tan importante como el de hoy… no… no es un día más.