Desde el pasado 14 de septiembre, la Plaça de Baix de Elche cuenta con un centinela que hace guardia en el centro de la ciudad. Pese a su indumentaria, no lo hace como un soldado que vela guardando el puesto que se le encarga, sino para "pedir justicia". Entre semana, es habitual verle haciendo guardia junto a la oficina del Banco Santander.
José Antonio M.G., de 52 años, es el 'centinela' de la Plaça de Baix. Viste un traje de camuflaje, con una pechera, el enganche de un arnés en el hombro izquierdo donde una bandera de Estados Unidos sustituye a la de España porque, dice, ya no se siente representado por su país. Luce una boina militar y un pasamontañas hasta los ojos para ocultar su cara: "No quiero que mi madre sepa que estoy aquí y sufra por eso".
Su reivindicación la inició frente a la Jefatura de Policía Local de Elche, en la calle Mesalina, hace más de dos meses. "Comencé a ponerme allí, con mi ropa de trabajo, pero parecía un vagabundo y me dijeron que me tenía que abandonar esa posición", asegura. En un principio, tuvo la intención de hacer una huelga de hambre, aunque ahora su intención es llamar la atención del alcalde de Elche, Pablo Ruz, para que conozca su caso y medie en el asunto, después de que haber recibido varias sanciones por defender su causa y "un intento de asesinato del que nadie me ha hecho caso pese a que tengo una grabación que lo demuestra".
Entre las sanciones que ha recibido está la de manifestarse sin el permiso de la Subdelegación del Gobierno, por ocupar vía pública, por exponer carteles con ciertos mensajes reivindicativos y por no ir identificado con el carnet de identidad. Primero comenzó su 'guardia' con el traje verde de la Legión, pero la policía le informó de que eso no estaba permitido por ser una indumentaria oficial.
José Antonio M.G. asegura haber dedicado los mejores años de su vida al ejército, según afirma desde los 18 hasta los 30 años, y en el lugar que ocupa en la Plaza del Ayuntamiento de Elche se muestra con imágenes jurando la bandera española: "En Melilla estuve de reemplazo, en el primer tercio. En Ronda fui cabo durante cuatro años y medio, en la Legión. Después, diez meses conduciendo carros de combate en Cerro Muriano, en Córdoba. Y terminé en Rabasa, donde me di cuenta lo que era España. Pedí los papeles y me marché. De aquello sólo me queda el uniforme y los carnets".
Por eso luego trabajó como camionero, guardia de seguridad y escolta, afirma. Ahora lamenta que nadie del Ayuntamiento de Elche se haya preocupado por su situación y de la gente que pasa por el centro de la ciudad también cuenta que "de cada mil, sólo cinco me preguntan si necesito algo y otros cinco se paran a leer los carteles; el resto me mira como si fuera un perro tirado y abandonado". "Me decepciona que el alcalde no se dé por aludido de que aquí hay un ilicitano en esta situación".
Hasta el martes no volverá a su posición porque el fin de semana dice que lo pasa cuidando de su madre en el campo. Es la historia de este hombre que ya se ha integrado en el escenario del centro de Elche y que ve que sus reivindicaciones no llaman la atención a medida que el frío del invierno y de la Navidad se va acercando poco a poco.