La historia de la familia Martínez Boix es una más de las muchas que se viven durante estos días en todo el mundo. Susana y Antonio, padres de Isaac (10 años) y Álex (7 años), sufrieron el contagio del coronavirus. Aguantaron todo lo que pudieron en su domicilio para poder cuidar de sus hijos. Ya no sólo era cuestión de estar a su lado, sino también el temor a transmitir el virus a otros amigos o familiares.
Antonio Martínez fue el primero que tuvo que ser hospitalizado. Tres días después, tras aguantar todo lo posible en casa, fue Susana. La madre lo recuerda emocionada en Onda Cero: "Llegó un momento en el que no podía hablar y apenas moverme. En mi familia hay personas de riesgo y tuve que llamar a mi hermano para decirle que tenía 20 minutos, lo que tardaba la ambulancia, para tomar una decisión, necesitaba que me ayudara a pensar...".
En diez minutos, a Sergio Boix, hermano de Susana, no le dio tiempo a ponerse la capa de héroe, pero sí a coger una mochila, cargársela a la espalda y plantarse en casa de su familia en diez minutos. "Vengo para decirte que me quedo, por lo menos, quince días", bromeó Sergio antes de ejercer como padre improvisado durante, al menos, dos semanas.
Entre Susana y Antonio estuvieron doce días confinados en la habitación 526 del ala derecha de la quinta planta del Hospital General Universitario de Elche. La mitad, seis días, la pasaron juntos. "Esta experiencia nos ha marcado. A Susana le repetía, una y otra vez, que de esta íbamos a salir juntos. A ella le ayudó mucho para no sentirse sola con la enfermedad. Hubo momentos para la reflexión y para darnos cuenta de que queríamos cambiar muchas cosas en nuestra vida diario", asegura Antonio Martínez, que ya no precisa de la mascarilla para estar en casa a la par que su mujer ha terminado con la medicación.
El matrimonio relata, en primera persona del plural, cómo vivió esta situación, con el apoyo del personal sanitario: "Desde el primer momento nos animaron; nos emocionamos cuando recordamos cómo nos han tratado, lo que han hecho por nosotros y cómo nos aplaudieron cuando abandonamos el hospital". Susana rompe a llorar y abre la ventana a la realidad para que toda la sociedad se conciencie: "Al virus no hay que tenerle miedo, pero sí mucho respeto; es una enfermedad muy triste por la soledad". "Los sanitarios tienen miedo porque están expuestos, pero hay que estar orgullosos de su profesionalidad y de su labor humana", añade entre lágrimas.
Las videollamadas han sido la pasarela de contacto con sus hijos, ambos con un desparpajo y una madurez que impresiona. "Desde el primer momento les dijimos que teníamos el virus, pero que estábamos en buenas manos y que no debían preocuparse. Ellos lo entendieron y, aparentemente, lo llevaban bien". Isaac, antes de todo esto, bromeaba en el colegio Hispanidad de Elche y en sus partidos de baloncesto, como alevín del Elche Basket Club, que quería ser médico. Ahora se le ha despertado la vena periodística, como demostró con un enorme talento el pasado lunes a Carlos Alsina en Más de Uno.
Con los cuatro en casa, la preocupación se ha trasladado al hogar de Sergio, hermano de Susana, que está en cuarentena con síntomas de coronavirus. A la espera de la victoria definitiva, Susana y Antonio miran al futuro como optimismo. "Con este virus hemos sufrido y lo hemos pasado mal, pero hemos salido fortalecidos y nos hemos dado cuenta de cosas que debemos cambiar".
En este caso podría decirse aquello de que lo que no te mata, te hace más fuerte; pero lo más importante es el mensaje que manda Isaac: "Para ganar este partido no hay que perder la esperanza y, como dice mi entrenador (Andrés Mut), esto es una lección que debemos aprender en la vida: esforzarnos, defender, poner ganas, jugar en equipo, tirar con tranquilidad... siempre es igual y sirve para todo".