La mirada del tigre
El periodista David Marín analiza la situación del Elche CF tras volver a dejar escapar la victoria en Córdoba
Otra semana más de lamentaciones. Empieza a ser un clásico en las ruedas de prensa de entrenador y jugadores o en tertulias y debates del entorno del Elche. Cuando no es por una cosa, es por otra. El caso es que a los franjiverdes se les siguen escapando puntos que vendrían de maravilla ahora y que podrían ser agua en el desierto en el mes de junio.
En el deporte de elite siempre me ha llamado la atención la gestualidad del deportista en los momentos trascendentales de la competición. Esa pose, esa mirada, esa reacción en una situación de altísima tensión. Ahí se puede vislumbrar si hay un ganador o, incluso, si hay un perdedor. Hago memoria y recuerdo situaciones, como aquel Ronaldo con la mirada perdida en la final del Mundial de 1998 (luego se sabría su justificación) o un imberbe Joaquín con los ojos de un cordero camino del matadero, dirigiéndose a lanzar (y fallar) su penalti en Corea 2002.
Miradas que lo dicen todo, como la de Rafa Nadal cuando salta a la pista central de Roland Garros. Llevado al cine, el ejemplo más popular que se me ocurre es la mirada del tigre de Rocky Balboa. Esa mirada que te asegura una victoria y cuya ausencia se traduce en una derrota.
Eso le falta a este Elche. Mirada del tigre. Mala leche. Gen competitivo. No sé bien cómo llamarlo, la verdad. La acumulación de puntos perdidos en situaciones en las que el equipo hace las cosas mejor que el rival empieza a ser preocupante. Más aún si esos puntos se escapan ante un oponente como el Córdoba, con muchas papeletas para acabar en Segunda B, que te araña un punto sin apenas hacer nada. No hay que olvidar que no hace mucho, aunque fuera en Copa con unas circunstancias distintas, este mismo equipo goleó en el Martínez Valero. Síntomas preocupantes.
Paso lista entre los soldados de Pacheta y a muy pocos veo con esa mirada del tigre. Gonzalo Verdú, el futuro agente Manuel Sánchez y, siendo sinceros, pocos más. Sory a veces parece el rey de la selva y otros días un cachorro desamparado. Al jugador del Elche le falta ese gen que no sé si es posible inocular tan avanzada la competición.
El problema es tan grave que ni se matan los partidos ni se consigue el tan debatido respeto arbitral. Más que protestar, los franjiverdes parecen mendigar un penalti al colegiado de turno en cada partido. Volvió a ocurrir con Javi Flores en Córdoba, arrollado por un rival que midió mal su entrada dentro del área y se tragó el regate del '21'. Mutis por el foro.
Excusas se pueden poner muchas cuando ni los resultados ni las sensaciones acompañan. No me sirve la de ser novatos de la categoría. Es difícil de explicar que la delantera más productiva de Segunda B hace un curso ahora sólo cante gol con música africana. Ahí está el caso de Enric Gallego, que en un año ha cambiado de equipo y de categoría y en ningún momento ha dejado de tocar la sinfonía más deseada del fútbol, la del gol.
Motivos hay muchos para perder la cabeza en el mercado de invierno, pero bien haría la dirección deportiva y el cuerpo técnico en mantener la cabeza fría. Hace un año salió cara la revolución en enero, pero jugársela otra vez me parece una temeridad. Sería mejor tratar de mejorar con lo que ya tienes en nómina y acertar con un par de refuerzos concretos que te den lo que te falta. Y, a día de hoy, lo que le falta al Elche es la mirada del tigre.