Desde febrero hasta abril es cuando las orugas conocidas coloquialmente como procesionaria del pino, caen al suelo poniendo en peligro a todo aquel mamífero que entre en contacto, bien sea a través de la piel o de las mucosas, con este invertebrado. Según explica en esta entrevista la veterinaria marina Romero, " los perros son animales curiosos y al ver a estas orugas desfilando se sienten tentados a olfatearlas. Ese es el momento en el que corren peligro. Si lo hacen esos pelillos se les meten en la nariz o en la boca y pueden causarles daños irreparables en la lengua y el esófago".
Esta semana en 'Con patas y a loco', Marina nos da algunos consejos sobre como tratar en primera instancia este caso y, sobre todo, cómo debemos evitar pasear a nuestro perro por pinadas o parques donde previamente hayamos visto pinos con bolsas de procesionaria. durante los meses de febrero, marzo y abril.