Ya estamos llegando al ecuador del mes de septiembre y estamos más que saturados de fiestas, de pólvora y de toros… pero que no falten.
En esta provincia no hay nada más sagrado que unas buenas fiestas en las que no falte de nada, especialmente toros… y cuanto más grandes y con mayor tradición de cogidas, mejor. Así somos en Castellón y en el resto de la Comunitat Valenciana.
Y es que se espera que este año, una vez que finalice el mes de septiembre, se hayan autorizado ya cerca de los 9.000 festejos taurinos en toda la Comunitat Valenciana, la mitad entre agosto y septiembre. Vamos, ¡una barbaridad!
Este mismo fin de semana ha habido multitud de espectáculos de bous al carrer en muchos municipios de la provincia, como Vila-real, La Vall d’Uxó, La Vilavella o Alcossebre, en Alcalá, entre otros. Vamos, ¡un sinvivir!
La mayoría de los castellonenses quieren poder disfrutar de sus bous en cada fiesta, las peñas quieren disfrutar de sus bous en cada fiesta, cada barrio quiere disfrutar de sus bous en cada fiesta, los ayuntamientos quieren disfrutar de sus bous en cada fiesta y la Generalitat quiere que haya bous en cada fiesta.
El problema es que mientras que muchos participantes en estos festejos no son conscientes de los riesgos que supone tomar parte activa en estos festejos, los aficionados de verdad, las fuerzas de seguridad y los ayuntamientos se las ven y se las desean espectáculo tras espectáculo para tratar de garantizar que no haya cogidas o incidencias nada deseadas.
Vamos, ¡que viven pendientes de un milagro permanentemente!
Y es que mientras la mayoría de los aficionados espera con ansiedad los festejos en sus pueblos para disfrutar, las fuerzas del orden, los organizadores de los espectáculos taurinos y las concejalas y concejales de Fiestas, así como las alcaldesas y los alcaldes de nuestra provincia viven con una ansiedad diferente -vamos, con el culo prieto-, esperando que vuelvan a encajonar al animal sin que se haya llevado a nadie por delante.
Les aseguro que la mayoría de munícipes aboliría los espectáculos taurinos. Pero no porque estén en contra de ellos, sino porque con su firma de autorización deben asumir unas obligaciones y responsabilidades que son absolutamente imposibles de garantizar.
Hay que reconocer que el actual Consell defiende decididamente la celebración de bous al carrer. El anterior también lo hacía, al menos en lo que se refería al PSOE, porque algunos socios de Gobierno se pronunciaban de manera diferente en función del municipio o la sensibilidad política dentro de las grandes marcas, alguna ya no tan grande.
Eso quiere decir que los festejos taurinos se han estado utilizando políticamente como arma arrojadiza en función del pueblo y partido gobernante. Y se sigue haciendo. Estas semanas pasadas hemos visto polémicas generadas por intentar aprovechar partidos en la oposición de algunos municipios las barbaridades que hacen algunos participantes en los festejos, para culpar de los sucesos a los alcaldes de turno.
Y es que las fiestas difícilmente sirven para sumar votos, pero sí que pueden provocar que se pierdan muchos si los vecinos del pueblo no se quedan conformes con el ganado contratado para cada ocasión o si el alcalde o alcaldesa de turno es más prudente de lo que les gustaría y paraliza algún espectáculo cuando ven riesgo excesivo para los participantes.
Y ya está bien con que los responsables municipales tengan que asegurarse de que las instalaciones y elementos estructurales de protección, cierre y delimitación, tales como barreras, cadafales o defensas individuales de recintos particulares, cumplan con todos los protocolos de seguridad.
O que se cumplan las medidas de asistencia sanitaria y de seguridad en los accesos al recinto, como para que, además, deban garantizar que no se cuelen en el recinto menores de edad, gente más bebida de lo aconsejable o personas que no son conscientes mínimamente del riesgo que asumen cuando se cuelan en el recinto.
En esta provincia casi todos, especialmente las personas vinculadas al mundo del toro, como aficionados y ganaderos, defienden este espectáculo, porque es un elemento esencial de la fiesta. Lo cierto es que los bous al carrer, además de su importancia social, son el principal atractivo de las fiestas de muchos pueblos de Castellón, porque generan empleo y un importante impacto económico en el mundo rural.
Así que, ya está bien de que en muchos pueblos se utilice como arma política, se baje la presión y la responsabilidad que sufren los concejales de Fiestas y alcaldes y se actúe contundentemente contra las personas que accedan a los recintos festeros sin estar en buenas condiciones.
De todas formas, no hagan mucho caso… que es solo mi opinión.