Allá por agosto de 2021, en plena pandemia del COVID-19, comenzaron las obras en uno de los hospitales más vetustos de Madrid. El objetivo que se marcó la dirección del hospital era la de que el centro no interrumpiera su actividad en ningún momento, pese a encontrarnos inmersos entonces en la quinta ola de contagios del coronavirus.
Año y medio después, este Gran Proyecto Europeo, calificado así por la Unión Europea, está completamente levantando. Sus 10 plantas, con cuatro primeras en las que se ubicarán quirófanos, hospitales de día y, unidades de cuidados intensivos, empiezan a ser una realidad. Paseando por sus desnudos pasillos se pueden empezar a imaginar boxes de urgencias, unidades de reanimación y consultas. Todo equipado con tecnología de última generación.
En los pisos superiores, distribuidos en cuatro bloques, se situará el área de hospitalización, con más de 700 habitaciones. Además, tendrá un bloque dedicado en exclusiva a la atención de la mujer y el niño, incluyendo urgencias pediátricas y obstétrico-ginecológicas. Asimismo, dispondrá de espacios versátiles que facilitarán respuestas sanitarias a situaciones de crisis, como emergencias o catástrofes.
Este año y el que viene, hasta su puesta en funcionamiento, se invertirán en el 12 de Octubre más de 85 millones de euros. Entonces comenzará otra fase de las obras: la demolición de la actual Residencia General, con 50 años de vida.
Esta inversión se suma a los 226 millones de euros vinculados a los Fondos Europeos de Desarrollo Regional con recursos del REACT-UE, destinados a la construcción y primera dotación de este edificio. De ahí que los plazos de ejecución sean tan estrictos: para que Bruselas no corte el grifo.
Y siempre teniendo en cuenta la complejidad de unas obras que incluyen 15 pasarelas de conexión con el Centro de Actividades Ambulatorias, de 15 metros de longitud y que tendrán recubrimiento de vidrio, así como barreras de sectorización horizontal para evitar la propagación de incendios.