"De contrabando" con Alfonso Javier Ussía

La historia del mono Manolo

Hoy traigo una historia que si de existir la ley animalista meterían en la cárcel a más de uno. Pero vayamos a la calle Bailén, finales de los noventa. Muy cerca del Bar Esperanza, en la calle Bailén esquina Don Pedro, se encontraba el Mesón de Manuel, un restaurante regentado por un tipo encantador, Manuel, de Huelva, que vino a Madrid como tantos otros a sacarse habichuelas a mediados de los sesenta. En un cruce de caminos, Manuel se topó con unos feriantes. Bien sabes que antiguamente, los feriantes, los que participaban en esas travesías nómadas que cruzaban España de primavera a otoño, solían llevar consigo algunas mascotas características, generalmente especiales. Una de esas mascotas típicas era el mono. En este caso, hablamos de un mandril, culo rojo y un tamaño y dientes considerables. El bueno de Manuel sintió lástima y pena por el mandril —aún pequeño— que encontró y propuso a los feriantes quedarse con el mono. Lo que nadie supuso, hasta ese momento, era que el mandril, apodado Manolo, por su nuevo dueño, acabaría siendo un personaje más de esta ciudad tan excepcional y rara.

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