Si hay que desconfinarse, que sea en la terraza de un bar
Teníamos unas ganas tremendas de salir, ver a nuestros amigos, familia y con la fase en la que nos encontramos, podemos quedar hasta con un máximo de 10 personas en las terrazas madrileñas. Y, además el tiempo acompaña, calorcito, sol, el airecito previo a una tormenta de verano, esas cosas que siempre hemos disfrutado y que ahora se han transformado en algo especial, único y casi mágico. Porque ahora le damos mucho valor a cosas que antes hacíamos de habitual, y saben taaaan bien.
Porque sí, los españoles somos mucho de salir y, además, tenemos que hacerlo para apoyar a la hostelería. Ahora que poco a poco los restaurantes comienzan a ver la luz, tenemos que llenar las terrazas de gente… en la medida que las distancias lo permitan y con toda la seguridad del mundo. Que salir no significa ser temerario. Llevemos a gala el hasthag de #volveremossituvuelves.
Así que hoy nos vamos de terraceo que para eso comienza la temporada. Por supuesto, todas las terrazas que os cuento cumplen las medidas de seguridad oportunas, distancias entre mesas, personal con mascarilla o pantallas de protección, guantes, desinfección entre un servicio y otro, y gel hidroalcohólico a tituplén. Porque como os decía antes, siendo responsables se puede salir.
Las dos primeras terrazas que os traigo, además de ser magníficas tienen algo en común, y es que sus propietarios son unos valientes. Les pilló la crisis a medio camino de abrir un nuevo local y ahora acaban de inaugurar por fin. Un bravo por ellos porque con la que está cayendo, emprender y tirar para adelante, me parece de decirles ole y ole y ole.
La primera, El Jardín de Alma (https://eljardindealma.com/) abrió el viernes pasado y es un auténtico vergel en Arturo Soria, en el número 207. Un ‘chalecito’ con http://www.restaurantealmaofspain.com/una parcela de 1.000 m2, de los cuales 300 son de interior, y en los que por supuesto se va a poder disfrutar de una amplísima zona de terraza y una separación entre mesas más que suficiente -2’50 m-, es sin duda una garantía para dar servicio con seguridad a unos 50-60 comensales -el 50% de su capacidad- al aire libre ¿Y cómo se han preparado para esta ansiada vuelta Jesús, el propietario, y Borja, su chef. Pues no han parado de crear y perfeccionar una oferta que, siguiendo con su filosofía de “producto, calidad y tradición” y basándose en la cocina española de mercado sencilla con la que han deleitado hasta ahora, elaborada con los mejores ingredientes de nuestra geografía, sin duda sorprende y apetece más que nunca, porque hay muchas novedades que probar y otros de sus platos estrella que volver a pedir. Como sus croquetas cremosas de jamón ibérico, su ensaladilla rusa con Alma, o sus tomates en 3 texturas (con sabor a tomate), así para empezar a abrir boca. Y no hay que perderse sus carnes a la parrilla hechas en Josper.
Otro valiente, el cordobés Manu Urbano, que ha cambiado de ubicación La Malaje (https://www.lamalajerestaurante.es/), ahora al número 10 de la Plaza de la Paja, y su terraza ocupa el centro de dicha plaza con unas preciosas vistas a la Iglesia de la Costanilla de San Andrés y a las bucólicas casas que conforman esta zona de La Latina. Y claro, su carta tiene todo el sabor al sur que el chef nos trae con platos como su carne mechá de lomo ibérico de bellota, la espectacular ensalada de brevas con pastrami y hierbabuena, o frituras como su bienmesabe de cazón a la andaluza.
Si subimos a los ‘cielos’ de Madrid, una de las terrazas más top de la capital es Picalagartos Sky Bar & Restaurant (https://www.picalagartos.com/) ubicado en la última planta del hotel NH Collection Gran Vía, en el número 21 de esta calle. Cócteles, una carta pensada para todos y las vistas de 360º hacen que esta experiencia no pase indiferente. ¿Te imaginas tomarte un arroz a banda con carabineros y salmonetes maridado con alguno de los cócteles del gran mixólogo Luca Anastasio viendo el skyline madrileño?
Y ahora nos vamos a las afueras para desconectar de verdad, porque en las del centro a veces cuesta encontrar sitio… Si estamos por San Lorenzo del Escorial o hacemos una escapada, que ahí sí se puede, acaba de reabrir La Taberna del Corcho. Del mismo propietario que El Charolés, nuestro querido Manolo Míguez. Estar sentados enfrente del monasterio es mágico. Con una cocina abierta todo el día y platos tan espectaculares como sus croquetas de gallina, empanadillas hechas en la taberna como antes, chistorritas de Arbizu, los tan madrileños soldaditos de pavía y unos arroces de impresión como el de almejas, calamares y gambas. Y también raciones muy variadas que van desde los sesitos de cordero lechal, unas migas con uvas, el 1/2 kilo de lomo gallego, o sus mollejitas de cordero.
¡Si es que se me hace la boca agua de pensar en todos estos manjares al fresco de una terraza!