Y sin movimiento no hay alimento porque no existe en la naturaleza ningún ser vivo, ni siquiera las plantas, que sea capaz de alimentarse sin antes hacer cierto ejercicio. Eso asegura el Dr. José Enrique Campillo, médico experto en nutrición y autor de, entre otros, el libro “Razones para correr”.
Razones que son muchas, por el ejercicio en sí y porque andar, trotar o correr es el ejercicio más barato que podemos hacer para adelgazar. El problema es que cuando hacemos deporte nos entra un hambre atroz. No cuando acabamos de hacerlo, porque el cuerpo sigue metabolizando todos los nutrientes que se mueven con el ejercicio, entre ellos los cuerpos cetónicos que producen saciedad; es cuando todo se estabiliza cuando nos entra un hambre…
Salir a correr se ha puesto de moda en muchas ciudades. Hemos ganado a la pereza, hemos empezado a crear la rutina diaria de sudar pero tienes que tener en cuenta que el ejercicio solo adelgaza cuando tira de reservas de grasas. Y eso pasa a partir de los 20 minutos de ejercicio aeróbico, que es cuando el cuerpo ya ha quemado la glucosa en sangre y empieza a quemar grasas.
Así que para que ese esfuerzo te adelgace tienes que estar ejercitándolo alrededor de una hora. Si por el contrario los ejercicios son intensos y de corta duración, los conocidos como intervalos (1-3 minutos), el cuerpo consume fundamentalmente hidratos de carbono. Lo mejor que puedes hacer es combinarlos para que la combustión sea más rápida, y además hacer un par de veces a la semana tonificación muscular para activar el metabolismo basal y que tu organismo queme más calorías incluso en reposo.
Pasa muchas veces que sudamos, sufrimos y luego no nos hemos quitado ni un gramo. ¿Por qué? Porque hacer ejercicio no te convierte en inmune al engorde de las calorías. Fuera grasas y sobre todo azúcares si lo que quieres es adelgazar. Cantidades normales, buenos alimentos y las cenas como los pobres.
Según los últimos estudios para adelgazar hay que consumir alrededor del 60% de la ingesta diaria antes de las 15:00 horas. Por la noche hay que comer lo menos posible. Está demostrado que a partir de esa hora el cuerpo metaboliza peor los alimentos. Algo que se basa en los ritmos circadianos del organismo y sus hormonas: dopamina, serotonina y melatonina.
A la hora de comer, se haga lo que se haga, incluso solo andar, nunca se deben prescindir de las proteínas ni totalmente de los carbohidratos ya que de agotarse las reservas te puede dar una buena pájara.
Para quitarse lo adquirido en el chiringuito ya sabes, dieta sin azúcares ni grasas, cenas ligeras y cinco veces a la semana ejercicio moderado durante una hora, preferiblemente por la tarde que es cuando aseguran es más efectivo. Y como dice el Dr. José Enrique Campillo, dejarse de tonterías. Suplementos de vitaminas sí, pero suplementación alimenticia de proteínas a lo bestia y bebidas raras con cantidades desorbitadas de azúcar, no. Eso para los atletas.