El caso Negreira va camino de convertirse en una auténtica pesadilla para la institución con un enorme daño reputacional por qué no, también público de imagen y de prestigio para el club. No parece verse el final del túnel y bien al contrario la bola cada vez se hace más grande hasta que concluya la investigación y hay un fallo en un sentido o en otro. El goteo de malas noticias mina poco a poco al club y doña considerablemente al Barcelona.
Aunque en este caso, no es más Que una consecuencia de la decisión, por parte del juez, de considerar funcionario público al señor Negreira, y por tanto delito de cohecho como una especie de soborno al exvicepresidente de los árbitros, motivo por el cual se amplía la prescripción, no deja de ser impactante que el actual presidente también esté investigado, y, por tanto, pueda ser condenado e inhabilitado por su anterior gestión.
Todo ello salpica, evidentemente también a la marcha del Barcelona, pues los inversores no son ajenos a este tipo de noticias, la intranquilidad llega a los socios, los aficionados y por extensión, también al cuerpo técnico y a la plantilla del Barcelona, por la concatenación de malas noticias consecutivas, que se van recibiendo permanentemente.
Precisamente en un día en el que hemos conocido los estremecedores números del Barcelona, que le abocan a una situación delicadísima de máxima contención del gasto, y de casi casi buscar simplemente la supervivencia en desigualdad con los grandes colosos del fútbol europeo y por supuesto, su más eterno rival el Real Madrid. La mochila recibida es verdad que era mala, pero no se revertido del todo la situación y pasarán años en los que el Barcelona tendrá que hacer una difícil travesía en el desierto para intentar volver a una normalidad económica, que a día de hoy parece casi imposible de conseguir. Que una entidad como el Barcelona sobreviva tan malas noticias permanentes que se producen en la índole social, judicial, y económica, dice muchísimo de la grandeza de la institución que está por encima de todas las personas que le han dirigido, pero que ha tenido que soportar malas gestiones y malísimas decisiones de sus dirigentes en especial en los últimos tiempos.
Quede claro que la institución no es responsable de las malas decisiones que han tomado algunos a todos sus dirigentes y por tanto debe salvaguardarse el buen nombre del Barcelona por encima de todo.