La mujer en las Fuerzas Armadas

"Tú también podrías"

Una carta de un abuelo a su nieta, una de las 26 mujeres de todo el país que se incorporó a las Fuerzas Armadas hace tres décadas, ha sido el texto ganador del concurso “Carta a un militar español” que organiza la Subdelegación de Defensa en Cuenca. Su autora, Andrea Lajas Acebrón, de 17 años, es alumna del IES “Serranía Baja” de Landete, y participó en la sexta edición de este concurso junto a otros alumnos de Enseñanza Secundaria Obligatoria y Bachillerato de centros educativos de Cuenca.

Lorena Mayordomo

Cuenca | 08.04.2019 09:52 (Publicado 08.04.2019 06:00)

Ahora tendrá opción de participar en el concurso nacional, que se quedaron a las puertas de ganar en ediciones anteriores otras alumnas conquenses.

“30 años trabajando en igualdad” era el motivo de esta edición del concurso, organizado por el Ministerio de Defensa.

Reproducimos íntegramente la carta ganadora:

CARTA A QUIEN QUIERE VERTE FELIZ

5 de octubre de 1988

Querido tesoro: He recibido tus anteriores cartas, y no te haces una idea de lo feliz que me hace leer que estás bien. No puedo negarte que al principio de todo, no imaginaría que llegarías tan lejos. Tenía miedo. Nunca he dejado de confiar en ti y en tus capacidades, pero el ser de las 26 primeras mujeres soldado me parecía algo inusual.

Cuando eras niña dijiste, por primera vez que, si los hombres podían estar en las Fuerzas Armadas, tú también podrías. No te voy a negar tampoco que en ese momento me enfadé. No cabía en mi pensamiento que una mujer, y sobre todo mi nieta, llegara a ser soldado.

Pasaron los años y seguías diciéndolo: “¡Mamá, mira la prensa, los soldados están en una misión en Afganistán!”. Y tu abuela sonreía con cariño al escucharte. Yo simplemente pensaba que sería una idea traviesa de la adolescencia y que con el tiempo se te olvidaría. Una noche fría de diciembre, una de las últimas conversaciones que mantuve con tu difunta abuela fue sobre ti. No sabes lo orgullosa que se sentía de tener una nieta con esa determinación. Esa conversación lo cambió todo. Hablé con tus padres y les convencí para que te dejaran marchar al ejército: era tu sueño. Tus padres al principio se mostraron recelosos con la idea. Tenías únicamente 18 años, no entendían que ya querías tomar las riendas de tu destino.

Seguramente recuerdes el momento en el que esa maldita enfermedad se llevó a tu abuela. Se acercaba el momento de preparar todas tus cosas para incluirte en las Fuerzas Armadas. Al principio sentí miedo, pero cuando te vi partir, juro que vi en tu rostro la valentía, entereza y fuerza que tenía tu abuela. Me sentí más orgulloso que nunca de la nieta que tengo. A día de hoy, unos meses más tarde de lo nombrado, sigue sorprendiéndome el hecho de no ser yo quien defienda a mi pequeña nieta. Como cuando te daba miedo la oscuridad.

Ahora me defendéis vosotras a mí. A mí y a todo este país. Estás dedicando tu vida a que los demás podamos seguir con la nuestra de manera segura. Todas vosotras estáis cambiando el mundo. Cambiando la mentalidad de todos los hombres que creen que las mujeres son el sexo débil. Porque no hay nadie más valiente que vosotras.

Estáis dándoles voz a las mujeres que tuvieron que callar por miedo a ser reprimidas. Protegéis a personas que ni siquiera conocéis. Admiro esa capacidad de no tener miedo, y si alguna vez lo sentís, no expresarlo; sino superarlo. Estoy orgullosa de tener en las Fuerzas Armadas a personas como vosotras. Humildes, cariñosas y valientes. Increíblemente valientes.

Y lo mejor siempre está por llegar, cariño. Espero recibir pronto noticias tuyas. Tu abuelo que te quiere, pero sobre todo, te admira.