Xosé Estrada nos cuenta que han intentado solucionarlo desde hace tiempo. Han hablado con los árbitros, entrenadores y clubes de la categoría en la que juegan en el fútbol sala base femenino. Sin éxito. Al final aparecen en la grada "dos o tres energúmenos" que se meten con la apariencia de las niñas. Xosé lo relaciona con un bulo. En la propia grada también se ha intentado amonestar a los agresores verbales, sin que la cosa fuese a mayores en lo que califica de "lección de civismo". Ha llegado el momento de poner pie en pared y amenazan con abandonar el terreno de juego si se repite y denunciarlos ante la policía. No se irán del campo salvo que sea imprescindible porque "nadie va a impedir a las niñas que jueguen".
Xosé lamenta que hayamos llegado a este punto. O que se vean situaciones tan lamentables como esta. Por eso hace un llamamiento a todos para que el fútbol sala base sea "un espacio de aprendizaje" y que nadie lo convierta "en un entorno hostil". Cree necesario dejar a un lado los ansias de competición que demuestran algunos padres y madres desde la grada. Apuesta por la pedagogía con las familias