Uno de cada cuatro jóvenes de entre 10 y 18 años sufre phubbing parental, según una encuesta a más de 1.500 estudiantes realizada por investigadores de la Universidad de Zaragoza. Esto significa que se sienten ignorados por parte de su padre o su madre, cuando los progenitores están distraídos con el móvil durante una interacción con sus hijos.
El estudio, que puede leerse íntegramente en la plataforma The Conversation, constata que, cuando se produce ese phubbing, los menores tienen una mayor probabilidad de convertirse en agresores o víctimas de ciberacoso.
"En nuestro estudio, destacamos tres claves para los padres: estar presentes, supervisar y no prohibir. Esa supervisión no debe hacerse de forma impositiva, prohibiendo el uso de la tecnología, sino mediante el diálogo, acompañando a nuestros hijos, hablando con ellos, resolviendo sus dudas y escuchando sus preocupaciones", explica Tatiana Íñiguez, profesora titular de Sociología en la Universidad de Zaragoza y coautora de la investigación.
En cuanto a la edad, la supervisión parental disminuye mucho en adolescentes a partir de 15 años. Sin embargo, su efecto positivo en esa etapa es similar a los otros grupos de edad, por lo que sería ideal mantener la supervisión.