Los padres escogen relojes geolocalizadores como alternativa a los teléfonos móviles. Los eligen también como una herramienta para controlar la ubicación de los pequeños y poder mantener el contacto con ellos. Antonia Morcillo, psicóloga educativa del Colegio Oficial de Psicólogos de Aragón, explica que este tipo de dispositivos tiene más perjuicios que beneficios. En los padres puede llegar a crear situaciones de ansiedad y dependencia, afirma.
La preadolescencia es una etapa clave en el desarrollo de las relaciones familiares. El uso de relojes geolocalizadores puede ser contraproducente. La psicóloga aboga por la confianza hacia los hijos, y “aprender a soltar” como elemento fundamental en el crecimiento del niño. Para los adolescentes, el reloj es un elemento más de control y se puede traducir en una relación familiar basada en la desconfianza.
Los progenitores pueden alcanzar extremos como realizar videollamadas a sus hijos mientras están en el colegio o ir al parque para comprobar si se encuentran allí con sus amigos. Morcillo aclara que esos dispositivos crean una falsa tranquilidad que en muchos casos se transforma en dependencia. La psicóloga concluye que la autonomía, libertad y confianza en los hijos es la base en las relaciones familiares sanas.