La tragedia vivida en Zaragoza hace un mes, cuando el Ebro se 'tragó' a un menor de trece años mientras se bañaba a la altura de la Expo, se repite en circunstancias muy similares en Gallur. Calor, sábado por la tarde y niños de 13 años que ignoraban hasta qué punto un río puede resultar peligroso.
La responsable de rescates acuáticos de Cruz Roja, Julia Gómez, alerta del alto riesgo que supone adentrarse en el cauce de un río, donde la profundidad es irregular, el fondo está lleno de trampas, la corriente discurre con fuerza y un remolino puede 'tragarse' a una persona en cuestión de segundos.
Gómez explica que es frecuente bajar la guardia en estas zonas de baño naturales; y no sólo de los ríos, sino también en lagos o embalses, donde no hay vigilancia, como en las piscinas, y son habituales imprudencias como zambullirse lanzándose desde zonas altas confiando en una profundidad que puede ser engañosa.