Ana Pardo Saganta, nació en Jaca en 1981, se licenció en Biología en la Universidad de Navarra tras la cual inició la tesis doctoral en el Cima, Centro de Investigación Médica Aplicada, con una beca. Realizó una estancia postdoctoral en Boston y, desde su regreso hace cuatro años, dirige el grupo de investigación. Ayer recibió uno de los galardones que otorga la Fundación AstraZeneca bajo el lema “Jóvenes Investigadores: un silencio que salva vidas”.
Su laboratorio estudia el daño y la reparación en el pulmón, siendo pionero en la regeneración pulmonar. A raíz de la crisis del coronavirus, iniciaron dos proyectos específicos sobre qué ocurre en el sistema respiratorio y según nos ha contado, todavía un año después hay mucho desconocimiento. Por eso, se centran en intentar predecir quiénes pueden tener mayor predisposición a un cuadro severo.
Ana Pardo ha reconocido la precariedad de la investigación en España con escasa inversión y falta de estabilidad para los profesionales. Señala que requiere de al menos cinco años, y es difícil que un proyecto llegue a término. Considera que somos “cortoplacistas” y que hace falta un cambio de mentalidad para un apoyo real a la investigación.