Pasadas las cinco de la tarde el caos se adueñó de las calles durante unos minutos. Los que duró la tormenta que, además, de agua, vino acompañada de rachas de viento de hasta 80 kilómetros por hora. En el breve espacio de tiempo en el que se prolongó, los cayeron árboles, alguno de gran porte, como el que obligó a cortar el tráfico en la calle Monreal y provocó daños en dos vehículos estacionados. También hubo que retirar un ejemplar que cortó el acceso a una residencia en el Camino Miraflores.
El jefe del mando operativo del Cuerpo de Bomberos de Zaragoza, Enrique Mur, señala que en episodios de viento fuerte, como el de ayer, el grueso de las incidencias, en torno a 75%, tiene que ver, precisamente, con la caída de árboles, bien enteros o de ramas. Otra parte importante son intervenciones para consolidar cornisas, aleros, tejas, antenas, chimeneas y otros elementos constructivos. Además, está el trabajo en las obras, donde hay que asegurar andamios y controlar que no hay herramientas sueltas que puedan ser empujadas por el viento.
Mur recuerda que Zaragoza es una ciudad donde se convive con el viento, por lo que hay que prestar mucha atención al mantenimiento de las construcciones: aleros y cornisas revisados, antenas bien ancladas. Es importante también recoger elementos ligeros, como sillas de terraza o sombrillas, en el caso de que se produzcan fenómenos como el de ayer.
