Era un partido clave. No iba a depender nada del resultado del Coliseum pero teniendo en cuenta como estaba la clasificación, que el Getafe es un rival directo y que el ambiente estaba raro por la mala racha, el choque tenía mucha importancia. Perdiendo y con una victoria del Villarreal el equipo nervionense caía a la séptima plaza. Y el Getafe habría demarrado. Era el día para no fallar. Una derrota, además, haría bajar peligrosamente el crédito de Lopetegui. Y como todos lo sabían hubo conjuro. Y salió bien. Muy bien. El Sevilla respondió, dio la cara, neutralizó a un equipo que estaba siendo una roca y luego lo machacó.
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El delantero argentino del Sevilla, Lucas Ocampos, celebra con su compañero Jesús Navas tras marcar el primer gol de su equipo ante el Espanyol. | EFE
Sale muy reforzado el equipo, lo hace el entrenador y la moral vuelve a un vestuario que estaba empezando a titubear. Partidazo de Koundé, Ocampos, Fernando y enorme trabajo de De Jong, aunque no marcara. Y mejora significativa de dos jugadores que habían bajado el rendimiento: Reguilón y Jordán. Dijo alguien que el fútbol es un estado de animo. Pues el animo en Nervión es otro tras esta importante victoria. Estaba empezando a caerse y ayer se apoyó y se impulsó. Son 3 puntos y es algo más. Se rompe la mala racha en un campo muy difícil y ahora le toca eliminar al Cluj en su casa. Osasuna y Atlético de Madrid serán los próximos rivales ligueros.