Si las cosas de palacio van despacio, las del faro de Marbella ni les cuento. Echando la vista sólo un poco atrás, estábamos recién desescalados del confinamiento -recuerdan lo de la desescalada, ¿verdad?- y el propio presidente de la Autoridad Portuaria de Málaga, Carlos Rubio, venía para formalizar la cesión del emblemático lugar al Ayuntamiento para que le diera uso.
Estaba todo preparado para licitar los trabajos y que terminaran al año siguiente; pongamos, en julio de 2021. Pero caducaron los permisos, según ha reconocido ahora, ayer mismo, la alcaldesa. Lo que no se sabe es por qué. O no lo dijo al menos. Y preguntando después por las razones, pues seguimos igual.
Por lo menos no le cuesta euro alguno al Ayuntamiento. Lo paga todo Diputación. Así que más administraciones es casi imposible que intervengan. Estas dos pagan y ejecutan. Luego está el Estado, que es de quien depende la Autoridad Portuaria y también la Junta de Andalucía, porque por lo que sea, es la que elige al presidente.
Y yendo al tema en sí, tiene pinta, tal y como lo describen, de que va a quedar bonito.
No parece tan difícil.