España acaba de aprobar el Real Decreto que regula por primera vez el uso medicinal del cannabis en nuestro país. La norma arranca con cautela: dispensación en farmacias hospitalarias, fórmulas magistrales y prescripción exclusiva de especialistas. Un avance histórico, pero limitado. Desde ProfesorCBD, empresa líder en formulación y venta de productos de cannabidiol (CBD) en España y voz experta en el sector, aseguran que el futuro se entiende mejor mirando a Alemania, que en menos de una década ha pasado de un marco medicinal restrictivo a un modelo cannábico integral que combina acceso sanitario, uso adulto y prevención.
De la excepción médica a la normalización social
Alemania inició su camino en 2017, permitiendo recetas de cannabis para dolencias graves. Sin embargo, se trató de un acceso marginal con dificultades burocráticas. El gran salto llegó en abril de 2024, con la entrada en vigor del Cannabisgesetz (CanG). Esta ley transformó el escenario en dos direcciones. Por un lado, retiró al cannabis de la lista de narcóticos, lo que permitió que los médicos pudieran prescribirlo en receta ordinaria y que más de 2.500 farmacias comunitarias comenzaran a dispensarlo. Las importaciones se dispararon —de 8 toneladas en 2023 a más de 37 solo en el primer trimestre de 2025— y el mercado médico ya roza los 500 millones de euros anuales. Por otro lado, la reforma abrió la puerta al uso adulto regulado: se legalizó la posesión de hasta 25 gramos en público y 50 en casa. Este año, además, se prevé que arranquen proyectos piloto de venta minorista para el uso recreativo en ciudades como Frankfurt y Hannover.
Aunque el CanG no regula directamente el cannabidiol, que proviene del cáñamo industrial y no de la marihuana, el clima aperturista alemán ha combatido también el estigma en torno al CBD, que se ha consolidado como un producto de bienestar, con miles de personas usándolo en su rutina diaria.
Las consecuencias son visibles: los pacientes alemanes acceden a terapias antes inalcanzables; más del 70 % de la población respalda el cannabis medicinal (EKOCAN), y la criminalidad asociada cayó un 34 % en todo el país y un 75 % en Berlín. En lo económico, un estudio de la Universidad Heinrich Heine de Düsseldorf ha previsto que, en caso de legalización total del cannabis (venta libre en establecimientos para uso adulto), se llegarían a recaudar 1.800 millones de euros en impuestos cada año, que es, por ponerlo en perspectiva, el doble de lo que el Gobierno ha dedicado a la investigación del cáncer en los últimos 6 años. A su vez, se crean empleos directos en cultivo, transporte, farmacias y clubes.
España: un sector listo para despegar
España arranca ahora donde Alemania estaba en 2017: con una regulación medicinal parcial y hospitalaria. Pero la experiencia alemana muestra que es solo el comienzo. El paso natural será extender la dispensación a farmacias comunitarias, acercando los tratamientos a la vida cotidiana de los pacientes, e incluso dar pasos hacia el uso recreativo.
“Alemania demuestra que regular no genera caos, sino orden. Devuelve gran parte del cannabis al ámbito del bienestar, reduce estigmas y arrincona al mercado negro. En España, si lo dejamos solo en hospitales, corremos el riesgo de quedarnos a medio camino”, advierte Borja Iribarne, fundador y CEO de ProfesorCBD.
En nuestro país, hoy operan legalmente 271 empresas del sector del cáñamo y el CBD, que generan 2.298 empleos directos, con más de 500 tiendas físicas, además de canales de venta online y en farmacia. Estas compañías generaron unos ingresos estimados de 81 millones de euros en 2022. según el último informe de la consultora especializada Cannamonitor. El sector global del cannabis legal pagó, ese mismo año, 132 millones de euros de impuestos y cotizaciones.
Con una regulación más amplia, y según la experiencia de lo sucedido en Alemania, estas cifras podrían multiplicarse por cinco en pocos años, y superar los 1.000 millones anuales si se incorporara también el uso adulto, generando más de 20.000 empleos y hasta 500 millones en impuestos.
Datos que desmontan mitos
Los miedos sobre un supuesto incremento del consumo juvenil tampoco se sostienen. En Alemania, no se ha observado un repunte entre menores. En España, el CBD tampoco es una puerta de entrada de los menores a drogas ilegales: el Observatorio Nacional de las Drogas y las Adicciones confirma que la edad media de inicio al cannabis se mantiene estable en 18,3 años, muy por detrás del alcohol o el tabaco.
Además, emergen proyectos innovadores como Cannavap, en Francia, donde tres centros especializados en adicciones estudian el uso de CBD inhalado para reducir la dependencia de marihuana. “España cuenta con entidades como Proyecto Hombre, que podrían integrar en el futuro herramientas de reducción de daño basadas en cannabidiol dentro de sus programas de deshabituación”, precisa Iribarne.
La prevención escolar también será esencial. En Alemania, programas como Cannabis Kompakt o Unplugged se han integrado en los colegios para explicar riesgos, diferenciar entre THC y CBD y dar a los jóvenes herramientas de decisión. En Berlín, el drug checking ha demostrado su eficacia: quienes descubrieron adulteraciones fueron cinco veces más proclives a desistir del consumo. Junto a la normalización, proliferan políticas de protección y educación, “Hablar de cannabis en las aulas, por ejemplo, no fomenta, protege. Si lo hacemos con alcohol y tabaco, debemos hacerlo también con el cannabis”, reflexiona Iribarne.
El fenómeno es global. Uruguay abrió camino con la venta en farmacias públicas, que debilitó al narcotráfico. Canadá consolidó un mercado regulado que cubre el 70% del consumo. Estados Unidos suma más de veinte estados con cannabis medicinal y adulto, con una recaudación fiscal que financia programas sociales.
“Tenemos la oportunidad de aprender de Alemania: empezar por lo hospitalario, sí, pero avanzar hacia las farmacias comunitarias y establecer un debate sereno sobre el uso adulto”, reflexionan desde ProfesorCBD: “Un paso previo imprescindible es la regulación del CBD como producto apto para el consumo humano, ya que serviría como primera toma de contacto y habituación a los derivados del cannabis, con riesgo adictivo cero y únicamente con los beneficios de la planta. Si lo hacemos bien, el cannabis medicinal no será un problema a contener, sino una oportunidad para pacientes, para la sociedad y para la economía”.
