No hubo color, bueno sí: el naranja que vistió el Real Madrid. El equipo blanco exigió en Alemania, territorio históricamente recurrente de las peores pesadillas de los aficionados madridistas, mayores retos en Europa. El Schalke fue un juguete en manos del equipo de Ancelotti, que exhibió su pegada. Doce minutos tardó en abrir el marcador Benzema. Una hora después solo quedaban las cenizas del conjunto de Jens Keller.
El Real Madrid apabulló a su rival y mandó un serio mensaje al resto de candidatos al título. Ancelotti ha logrado engrasar la máquina en el momento clave de la temporada. Todo funciona con precisión suiza. Benzema cuajó un partidazo adornado con dos goles, Bale demostró su recuperación con otros dos tantos -el primero una maravilla-, Cristiano volvió a jugar y marcar por partida doble, Casillas está de vuelta, Modric y Di María gobernaron el partido a su antojo, la defensa se mostró firme y segura...
La puesta en escena fue quizá la mejor de la temporada. El Real Madrid no pasó ningún apuro y el Schalke se estrelló con un inmenso Casillas en al única ocasión seria que tuvo. Draxler se encontró un balón de los que solo hay que empujar a metro y medio de la línea de gol. Todo el Veltnis Arena cantaba el gol hasta que la figura de Iker se agigantó para hacer una parada al más puro estilo Gordon Banks.
Un minuto antes había inaugurado el marcador Benzema tras una gran jugada entre Bale y Cristiano que acabó en las botas del francés tras un mal despeje de Santana, que tuvo una noche para olvidar. La parada de Iker puso punto y final al Schalke. A partir de ahí el Real Madrid arrolló al Schalke.
El segundo gol llegó tras una recuperación de Benzema. Gareth Bale agradeció el esfuerzo de Karim con una obra de arte: un doble recorte dejó en la estacada a Santana y Kolosinca para ajustar un disparo al palo. 0-2 y partido resuelto. Resuelto para todos menos para Cristiano, enjaulado después de tres partidos de sanción.
El portugués volvió con su habitual juego explosivo y solo un acertado Fährmann y el palo evitaron que se fuera sin marcar al descanso. Lo mejor para el Schalke en el intermedio fue el resultado.
Tras el paso por vestuarios el Real Madrid decidió no hacer prisioneros. A los seis minutos Cristiano firmó el primero de su cuenta. Al galope, recortó con una bicicleta a su defensor y fusiló a Fährmann. Cinco minutos después iba a llegar el cuarto.
Cristiano cede de tacón a Benzema y éste recorta al portero para hacer el 0-4, En esos momentos el Schlake ya estaba completamente rotó. No hubo compasión. Bale hizo el quinto tras un gran robo de Ramos y posterior pase del sevillano y Cristiano se apuntó a los de los dobletes con otro recorte ante Fährmann.
El 0-6 solo reflejaba la distancia sideral entre los dos equipos, una distancia que recortó Huntelaar con una tremenda volea con el tiempo cumplido. Hasta ahí llegó el récord de imbatibilidad de Casillas. Una mera anécdota en el monólogo blanco.