Ni los goles calman los tiempos revueltos que se viven en el madridismo. La brecha afición-Benítez se va haciendo más grande y será complicado que ya llegue a cicatrizar. Señalado desde que su nombre sonó por megafonía y cuestionado por una imagen endeble, de pura desconexión en el primer acto, que convierten a su equipo en el que más goles encaja a balón parado, con una pasividad que hizo soñar unos minutos al Rayo Vallecano.
Si a un equipo modesto que acude con valentía a una cita como la del Santiago Bernabéu se le castiga su espíritu ofensivo con un tanto a los tres minutos, lo más normal es cambiar el manual y replegarse. Son aspectos que no entran en el libro de estilo de Paco Jémez, al que los números le matan pero a quien el fútbol defiende. Instalado en área madridista en los primeros compases, una acción repleta de velocidad pasó de Kroos a Bale y asistencia a Danilo que marcó el primero en el peor castigo.
Pero el Rayo encara este tipo de encuentros sin nada que perder. Fue a por el Real Madrid y encontró rápido el premio. Un testarazo de Amaya a un saque de esquina, sin oposición y con Keylor Navas mal situado dentro de su portería, fue el empate. Otro error defensivo a balón parado de un equipo que se desconectó y mostró su fragilidad mental en un momento de plena inestabilidad.
En 120 segundos el antepenúltimo remontó en el Bernabéu adueñándose del balón. Jozabed llenó de orgullo a la barriada de Vallecas con otro remate a la red sin oposición, con los centrales blancos mal colocados y Danilo sin saltar. El lío ya estaba montado. La afición madridista, que venía quemada por la imagen de la primera parte de El Madrigal y la derrota tras el pinchazo del Barça, explotó ante la actitud. Cristiano respondía con gestos desde el césped a sus aficionados.
La locura se trasladó de bando y Tito tiró por tierra todo el mérito del Rayo a los catorce minutos. En una zona sin peligro, con exceso de ímpetu, entró en plancha, clavó los tacos en el tobillo de Kroos y se ganó la roja directa. El panorama cambiaba de un plumazo cuando segundos antes Jozabed tuvo en sus botas el 1-3 pero su zurdazo se topó con Keylor.
Los nervios instalaron la falta de orden en un equipo de Benítez, algo inédito. Se respiraba la tensión cuando el Rayo seguía dominando con diez jugadores, pero la calidad individual de las estrellas blancas comenzaban a generar ocasiones. En un gran centro de Danilo, Bale ponía la igualada con un preciso testarazo.
El duelo murió a los 25 minutos. El colegiado Iglesias Villanueva vio un agarrón dentro del área de Baena a Ramos y le mostró con rigurosidad la segunda amarilla. El tanto de penalti de Cristiano y quedarse con nueve más de una hora, con 3-2 en el marcador, convirtió el sueño rayista en pesadilla.
Aturdido, tardó el Real Madrid en interpretar el escenario plácido que se le quedaba. Con espacios tan sólo debía imprimir velocidad al toque de balón para masacrar al Rayo. Apareció el hambre de Bale, para firmar un doblete antes del descanso y el paseo se prolongó en la reanudación.
Sin fuerzas tras el gran desgaste y en inferioridad, los rayistas miraron cada minuto que caía en el marcador mientras los madridistas se fijaban en los goles. Con hambre de revertir su situación no se apiadaron del vecino. Benzema se estrenaba a pase de James. Yoel le sacaba un mano a mano a Cristiano antes de que firmase su doblete y de que dos llegadas de Lass levantasen aplausos de admiración del público local a su rival.
El 7-2 fue el tanto que gusta en la afición del Bernabéu. James peleó un balón que se marchaba y de un toque al espacio vio a Cristiano que asistió a la carrera de Bale. El galés firmaba un póquer de goles en una acción cuya intención era asistir a Cristiano pero el rechace le dejó solo para marcar.
Y el cierre de un día en el que Benítez dejó sin un minuto a Isco, lo puso Benzema con dos nuevos tantos que reafirman el mejor arranque goleador de su carrera.