Atlético de Madrid 1-0 Betis: El Atlético gana con un gol de Diego Costa y dos goles anulados por el VAR
No hay cualidad más incontestable en el fútbol que la contundencia ofensiva, de nuevo el factor determinante al que se agarró el Atlético de Madrid contra el Betis (1-0), al que doblegó de una forma inesperada y repentina, cuando el empate ya era una satisfacción para él, con un cabezazo de Diego Costa en inferioridad numérica que remató el pase a la Liga de Campeones.
Aún estará dándole vueltas el conjunto verdiblanco a la derrota, con un evidente problema de gol. Porque el partido era suyo, sin más duda que el marcador. Con un hombre más durante más de media hora, por la imprudente entrada -y expulsión- de Mario Hermoso, también mejor casi siempre en el once contra once, con ocasiones suficientes y con el equipo rojiblanco atrincherado, pero jamás vencido. Lo demostró, con el suspense del VAR, que ya le había anulado dos goles. Ya está clasificado para la Liga de Campeones. No hace mucho era noticia en el Atlético, porque era un hecho esporádico. O al menos inconstante. Ahora es la normalidad desde que lo dirige Simeone. Una meta natural, inexcusable e ineludible. No conseguirla es más que un fracaso. Hasta ahí se ha multiplicado la exigencia en los últimos ocho cursos. No ha fallado en ninguno de ellos en un objetivo esencial, tan necesario para la estabilidad del club cada año.
Ahí están los datos de ingresos que le ha aportado el torneo en toda la era Simeone: un total de 419,8 millones de euros (50 millones en 2013-14; 43,7 en 2014-15; 69,7 en 2015-16; 60,6 en 2016-17; 31,7 en 2017-18; 85,6 en 2018-19; y 78,5 hasta ahora en esta temporada), según los datos oficiales de la UEFA, sin hablar de patrocinios, entradas y abonos que surgen o crecen por su participación en la competición más deslumbrante del planeta. Ya resuelta esa prioridad, el reto ahora es sostener el tercer puesto... Y, sobre todo, prepararse para el desafío de los desafíos de la temporada: la final a ocho de la Liga de Campeones en Lisboa. Antes aún tiene dos compromisos en su pulso con el Sevilla por el último escalón del podio. Primero el Getafe, luego la Real Sociedad.
También se vislumbra un once más constante. Ya avisó Simeone que el tiempo de las rotaciones había pasado. Era un momento ya de continuidad. Eligió a Morata para el ataque. Diego Costa fue suplente. Y luego el goleador ganador. No juegan ningún minuto juntos desde el pasado noviembre.La alineación contra el Betis, además, confirmó impresiones reconocibles, como que Thomas, Saúl y Koke son indiscutibles, igual que Savic; apuntó a que Felipe aún no está en el nivel físico que quiere Simeone -Hermoso suplió la baja por lesión de Giménez, aunque luego entró el brasileño por la roja del central madrileño- o que Marcos Llorente es ya mucho más delantero que otra cosa.
Es impactante todo lo que acapara en las ráfagas ofensivas del Atlético. También al principio del choque de este sábado. A otra velocidad, con una determinación y un atrevimiento formidable, con la confianza de que todo lo que propone le saldrá bien, aunque no sea así siempre, su protagonismo fue insistente. Luego decayó, como su equipo. Suyo fue el primer tiro del partido, en el minuto 9; suyo fue el pase que promovió el remate de Koke, demasiado flojo; y suyo fue el rechace, en la mano, que permitió a Correa la volea de gol que conectó en el minuto 21. No subió al marcador por el impacto en el brazo de Marcos Llorente. En el 34, un fuera de juego milimétrico invalidó otro tanto del Atlético, en este caso de Morata.
También impacta que el Betis se haya conformado con la permanencia. Tiene equipo para más, mucho más incluso, porque sostuvo el pulso que le propuso el Atlético casi siempre, con una línea alta que privó al bloque local de jugar y presionar en campo contrario. Y no sólo eso, sino que también surgió con soltura al ataque, por medio de Fekir, Loren, Guardado, Guido Rodríguez...Y por la debilidad en la banda derecha local de Trippier, cambiado por problemas digestivos antes del descanso. Por ahí incidió el Betis, incluso cuando Arias había tomado el relevo al británico. A la vez fue reemplazado Guardado, aparentemente también por algún percance físico y readaptado a un puesto, escorado en la banda izquierda, que no es el suyo, aunque cumplió sin duda.
El equipo verdiblanco ya había desconectado al Atlético, asustado ante tal panorama, necesitado de algún reajuste, sometido por su oponente. Le hizo dudar como casi nadie lo ha hecho hasta ahora desde la reanudación del torneo, porque ni se sentía seguro atrás ni expresivo adelante. Hasta el punto de que el Betis, que a la hora del duelo había tirado el doble de veces, no tomó ventaja en el inicio del segundo tiempo porque Loren falló lo que casi nunca se falla. Su definición, con todo a favor, solo ante Oblak, beneficiado por una carambola entre Thomas y Savic, fue la peor posible. Ni dirección a portería tomó su balón picado frente a la dimensión del portero.
Una invitación al replanteamiento inmediato de Simeone, que agitó su equipo: Diego Costa, Vitolo y Carrasco, adentro; Morata, Saúl y Llorente, fuera. Era el minuto 54. Mario Hermoso fue expulsado instantes después por una patada al omnipresente Loren. Su única intención era derribarlo por detrás. No había opción de balón. Y condicionó lo que vino después. Pero no todo. Sí el ejercicio de resistencia del Atlético, el asedio en el que insistió el Betis, las ocasiones sobre la portería de Oblak... Pero no la sorprendente victoria del equipo rojiblanco, que está en ese momento en que su contundencia es incontestable para casi todos sus adversarios: en su única ocasión del segundo acto, a balón parado, centró Carrasco y Diego Costa remató la clasificación para la Liga de Campeones (1-0).
Escucha aquí los goles del partido Atlético de Madrid-Betis: