OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Se declaran independientes por las bravas, pero son tan buena gente que quieren dialogar los términos"

Una semana después del discurso del Rey. Y sin que el orden constitucional en Cataluña haya sido asegurado.

Una semana después, empecemos por decir lo más relevante:

• La única legalidad vigente hoy en Cataluña es el Estatut y la Constitución. Cataluña es una Comunidad Autónoma que forma parte de la España democrática.

Pero no porque Puigdemont se abstuviera ayer de declarar la independencia —que no se abstuvo—, no porque haya propuesto al Parlamento autonómico suspender los efectos de esa declaración —que es una propuesta que no ha sido aún votada—, sino porque no existe la legalidad paralela que pretende el rodillo independentista. Las leyes del referéndum y de la transitoriedad no están en vigor. Por más que el presidente autonómico actúe como si lo estuvieran.

Y ésta sigue siendo la única forma de leer lo que está sucediendo.

El gobierno catalán, y la mayoría absoluta del Parlament en que sustenta, actúa como si las leyes suspendidas por el Tribunal Constitucional le ampararan.

• Es amparándose en esas leyes como dice haber celebrado un referéndum de autodeterminación.

• Es amparándose en esas leyes como se atreve a dar por válido el recuento y los resultados.

• Es amparándose en esas leyes como proclama esos resultados en el Parlamento, que es la manera que, conforme a esas leyes, se da por declarada la nueva república catalana.

Por tanto, para Puigdemont, su gobierno y la mayoría de ese Parlamento, las dos leyes suspendidas están en vigor. Los resultados del referéndum están ya bendecidos por el Parlamento catalán. Y ha entrado en vigor, ayer, el proceso de transición hacia la nueva Constitución de la nueva República catalana.

Es posible que ni siquiera los independentistas más entusiastas que ayer se concentraron ante el Parlament se hayan leído las dos leyes, pero la primera, la del referéndum, dice que proclamar los resultados en esa sede supone, automáticamente, la independencia y supone, automáticamente, la entrada en vigor de la ley de transitoriedad que establece el camino para consumar la secesión.

La única novedad que introdujo ayer el gobierno independentista es esto de proponer al Parlamento que se suspenda la ley de transitoriedad, es decir, lo que él llama los efectos de la independencia. ¿Qué significa suspender los efectos de la independencia? Que ya se han declarado independientes, por las bravas, pero son tan buena gente —como diría Junqueras— que quieren la mediación internacional para establecer los términos de la ruptura con España.

Es muy lógico que aquellos independentistas urgentes que esperaban poder referirse hoy a Puigdemont como Presidente de la República se hayan quedado con ganas de más, de épica histórica, de balcón y corte de mangas al Estado.

Pero es menos lógico que el gobierno de España, el partido que lo sustenta y el principal de la oposición, que decían tener contemplados todos los escenarios posibles, se mostraran ayer sonados ante la jugada puidemoníaca y no alcanzaran a exponer qué respuesta tiene lo que ayer se produjo. ¿Estaban todos los escenarios posibles menos el de un president que se atribuye la potestad de proclamar como válidos los resultados de un tongo y atribuye al Parlament la potestad de suspender o no los efectos de la Declaración de Independencia?

Rajoy y Sánchez hablaron por teléfono anoche antes de verse en la Moncloa. Mientras ellos seguían en la interpretación de lo que era poco interpretable, el PSC decía en el Parlament que la independencia no había sido declarada y el gobierno hacía saber que sí lo había sido. Y al cabo de unas horas de confusión absurda, desnortada, amateur, los diputados independentistas del Parlament les ayudaron a aclararse las ideas firmando un documento que dice que la independencia ha sido declarada.

Puigdemont se ha querido buscar la forma de que no le apliquen ni el 155 ni ninguna otra medida.

Y el gobierno, y el PSOE, dieron la impresión de estar buscando el burladero (esto de la suspensión que dijo Puigdemont) para no tener que aplicar ni el 155 ni ninguna otra cosa.

De esa nube bondadosa de seguir esperando porque nunca termina de pasar nada definitivo parece que se cayeron a última hora del día. Y que por eso la vicepresidenta anunció que hoy se celebra Consejo de Ministros extraordinario en la Moncloa.

Hay Consejo de ministros por la mañana y Pleno del Congreso por la tarde.

A la espera quedamos de saber cuál es la respuesta del Estado a la Declaración de Independencia que sí se produjo. La prueba de que sí hubo declaración es que Pablo Iglesias y Ada Colau dicen que no la hubo.

Una semana ha pasado.

Una semana desde que el Rey instó a todas las instituciones del Estado a restaurar el orden constitucional en Cataluña.

Puigdemont puede decir diálogo cuantas veces quiera y no por eso el orden constitucional ha sido restaurado.