OPINIÓN

Monológo de Alsina: "Hablan de estado de excepción y de presos políticos pero nadie está en prisión, señor Iglesias"

Paradojas de la actualidad: Mientras los manifestantes, en Barcelona, coreaban ayer su canción del verano: ¿Dónde están las papeletas, dónde están? La policía judicial estaba requisando en una nave industrial de Bigues y Riells los nueve millones de papeletas del referéndum. Así que a la pregunta que, con enorme guasa, se hacían los concentrados en la Gran Vía de Barcelona estaba dando respuesta, con enorme rapidez, la Guardia Civil. ¿Dónde están las papeletas? A 45 kilómetros de los manifestantes. Todo indica que los agentes tenían mejor información sobre el asunto que los concentrados.

Sin papeletas, sin censo, sin ciudadanos avisados de que les ha tocado integrar una mesa electoral, sin altos cargos ocupados en tener a punto la informática para el recuento, cuesta trabajo celebrar un referéndum. Incluso algo que se le parezca.

Quizá por eso el president Puidemont evitó pronunciar esta vez la palabra urna en la alocución que dirigió ayer a los ciudadanos. Flanqueado, claro, por todos los miembros de su gobierno, todos en plenitud de su derecho a reunirse y expresar con libertad lo que quieran.

¿Empieza a asumir el gobierno catalán que su pretensión de celebrar un referéndum de autodeterminación ha quedado abortada? Eso parece. En el entorno de Junqueras se admite que las operaciones policiales dejan el plan independentista muy tocado. El líder de Omnium Cultural lo dice de otra manera: que el gobierno les ha dinamitado el referéndum.

Esto es lo que ha cambiado en el tablero: hasta ahora la pregunta era qué va a hacer Rajoy con el primero de octubre. Ahora la pregunta es qué va a hacer Puigdemont sin el primero de octubre. Sin referéndum pero con un clima social que el independentismo entiende que le es favorable porque anima a movilizarse a aquellos que, no siendo independentistas, se declaran indignados por la ofensiva (así la llaman) del gobierno contra las instituciones catalanas. Éste es el discurso y éste es el debate ahora dentro del bloque independentista: si declarar ya la independencia (el balcón, y luego ya vamos viendo) o convocar elecciones para aumentar la mayoría absoluta exprimiendo el repertorio de la pelea por las libertades contra el gobierno franquista y resto de eslóganes de consumo rápido.

El presidente, anoche, al cabo de una jornada de detenciones de altos cargos y de protestas, en la calle, de muchos partidarios del referéndum. Instando al gobierno catalán a que abandone su pretensión y regrese al cumplimiento de la ley porque desde la ley puede reformarse el marco jurídico, pero no incumplirse.

Y después de que Puigdemont le hubiera acusado de dejarle sin funciones.

Si está suspendido de facto el autogobierno de Cataluña, como dice Puigdemont, entonces él ya no sería, de facto, el presidente autonómico. Pero lo cierto es que lo sigue siendo. Lo cierto es que él no ha sido ni suspendido en sus funciones, ni detenido, ni intervenido. Lo cierto es que ningún consejero de su gobierno lo ha sido. Lo cierto es que ningún alto cargo, y ningún alcalde, ha sido enviado a prisión, por más que Pablo Iglesias haya visto ya presos políticos cuyo nombre nadie conoce.

Que haya presos políticos. ¿A quién han metido preso hasta este momento, Pablo?

Recordemos al legislador lo que el legislador seguro que ya sabe. Una persona detenida no es una persona presa. De hecho lo corriente es que preste declaración y se vuelva para su casa. Un alcalde citado por la fiscalía tampoco es un alcalde encarcelado. Presta declaración, callado como una puerta si quiere, y se vuelve también para su casa.

Ya han llegado las movilizaciones de protesta. No tan nutridas como la Diada, pero sí numerosas. Y sonadas. Y vistosas. Las de Cataluña, porque la que montó Podemos anoche en la Puerta del Sol fue un fracaso.

En Barcelona la protesta se ha prolongado de madrugada y es intención del independentismo continuar con la dinámica. El primero de octubre como gran manifestación contra Madrid. Tratando de ganar para la causa a un sector de quienes rechazan el referéndum pero están indignados con las detenciones. Estas son las dos líneas de opinión que se reflejan hoy en los diarios:

• Que la legalidad prevalece y el Estado se defiende, en la prensa escrita de Madrid.

• Que el exceso en las actuaciones y la intervención de las cuentas van a provocar un incremento de apoyo a la causa independentista, en la prensa de Barcelona.

Ya han llegado las movilizaciones. Unidos en la convocatoria los independentistas, Ada Colau y Podemos. Que allí donde ve jaleo, se lanza para encabezar la revuelta.

Movilizaciones hay, desórdenes públicos. Felizmente.

El PSOE haciendo llegar al gobierno el mensaje de que estas movilizaciones le preocupan porque le preocupa el espíritu con que se convocan: esto de defender las libertades frente al gobierno franquista. Le incomoda ese discurso al PSOE porque la satanización de Rajoy la ha practicado él mismo con tanta eficacia durante años que ahora le cuesta aparecer al lado de Rajoy frente a quienes se dicen defensores de las libertades mientras se cachondean de las normas que rigen nuestra democracia.

El PSOE desea que cuanto antes escampe lo de las concentraciones y los lemas anti mariano porque en ese campo de juego —que es el que se esfuerza en diseñar Podemos— su convicción para respaldar al Gobierno se resiente.

Rufián se indignó muchísimo en el hemiciclo porque le habían detenido a unos amigos. Se indignó tanto que anunció a la cámara que sus diputados se largaban del Congreso para acudir en misión de socorro a Barcelona. Le siguieron después los diputados del PDeCat. Llegó a decir Campuzano que se iban a pensar si abandonaban para siempre la cámara.

En realidad los diputados del PDeCAT, como la mayoría de los de ERC, echaron el día de ayer en el Congreso de despacho en despacho y de café en café en la cafetería. Tras la espantada en directo y con las cámaras enfocándoles, la mayoría no llegó ni a abandonar el edificio, como confirmó en La Brújula el propio Campuzano.

Va a ser difícil que estos diputados nunca vuelvan al Congreso cuando nunca, en verdad, han llegado a irse.